Duque deja la presidencia de Colombia con las disidencias de las FARC descabezadas

Las disidencias ex-FARC ciertamente surgieron, pero han quedado descabezadas: en el último año, ocho de los nueve principales dirigentes alzados en armas han muerto; el noveno se encuentra herido en Caracas, protegido por el gobierno de Nicolás Maduro, pero sin posibilidades ya de enarbolar la antigua bandera. Sin coartada política y condenados a la atomización, esos grupos han quedado definitivamente como lo que eran: bandas de crimen organizado, dedicadas al narcotráfico y otras actividades delictivas.

La mitad de esas bajas no puede atribuirse directamente al Gobierno de Iván Duque, pues han sido resultado del enconado enfrentamiento entre bandas, pero hay que reconocer que la presión ejercida por las Fuerzas de Seguridad colombianas empujó a parte de los efectivos guerrilleros a buscar en Venezuela una mayor libertad de movimientos, disputándose entre ellos el espacio próximo a la frontera. La otra mitad de las bajas, ocurridas en suelo colombiano, sí han responsabilidad directa del Ministerio de Defensa. Su titular, Diego Molano, considera que se ha dado «la estocada final a las disidencias».

A finales de 2017, un año después de la firma del acuerdo de paz entre el Gobierno y las FARC, unos 700 combatientes del grupo se mantenían en armas, en bandas independientes que en ocasiones se disputaban el control de determinados territorios. Ese número fue creciendo, básicamente por nuevo reclutamiento, también dentro de Venezuela, hasta los 5.200 efectivos que hace un año estimaba el Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz). Pero a medida que las distintas facciones se fortalecieron, también se recrudeció el enfrentamiento entre ellas, especialmente entre la llamada Segunda Marquetalia (intento de quien fuera número dos de las FARC, alias «Iván Márquez», de reconstituir el grupo) y los frentes liderados por «Gentil Duarte».

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De hecho, ese choque ha causado la muerte de cuatro de los principales cabecillas, en ambos bandos. A pesar de contar con la ayuda logística del Ejército de Venezuela, la Segunda Marquetalia perdió en pocos meses sus mayores dirigentes, al parecer atacados en suelo venezolano por su principal facción enemiga, la de «Gentil Duarte». En mayo de 2021 cayó «Jesús Santrich» y en diciembre de ese año murieron, en sucesivos ataques, «El Paisa» y «Romaña». Se apuntó entonces que seguramente «Iván Márquez» había huido a Cuba para evitar correr la misma suerte; si así fue, regresó luego de nuevo, pues a comienzos de este mes de julio resultó herido en una operación similar a las anteriores. Informaciones iniciales le dieron por muerto, pero después se confirmó que había sido trasladado a dependencias hospitalarias del Ejército de Venezuela en Caracas. Por su parte, en el bando contrario, el propio «Gentil Duarte» fue abatido en mayo de 2022, también en territorio venezolano, en represalia por la muerte de sus antiguos compañeros guerrilleros.

Apenas existen detalles sobre estas acciones y en algún caso se ha sugerido la participación del Ejército de Liberación Nacional (ELN), guerrilla colombiana que como tal sigue en activo, con unos 2.450 efectivos estimados, y que también se disputa el control de espacios con las disidencias ex-FARC. No obstante, se considera que es mayor el enconamiento entre las disidencias rivales de las FARC.

En los últimos meses, además, ha habido otras cuatro importantes bajas en suelo colombiano, causadas por las Fuerzas de Seguridad. En febrero de este año cayó «Arturo» y en junio les tocó el turno a «Cabuyo» y «Mayimbú». La lista de momento la completó este mes de julio «Iván Mordisco», quien había intentado recoger el liderazgo que había dejado vacante «Gentil Duarte».

Con esta última operación, según dijo el ministro Molano, «cae el último gran cabecilla de las FARC y se da la estocada final a las disidencias». También la publicación especializada 'Insight-Crime', con sede en Colombia, considera que esa muerte «podría ser un golpe definitivo a los últimos eslabones que quedaban de las disidencias de las FARC».

Este declarado final de cualquier intento operativo de resucitar el viejo grupo armado, aunque ya sin significación ideológica, coincide con la constatación de la irrelevancia política en que se encuentra el partido en el cual las FARC quedaron oficialmente transformadas en 2016. Primero con las mismas siglas, aunque con distinto significado, y luego con el nombre de Comunes, la formación que lidera el exjefe de las FARC, Rodrigo Londoño, ha venido sufriendo un amplio rechazo popular (un apoyo electoral por debajo del 1%). En las recientes elecciones presidenciales los Comunes pidieron el voto para el izquierdista Gustavo Petro, en cuyo movimiento apenas han contado. Un grupo de militantes, además, se está enfrentando al aparato del partido, denunciando falta de democracia interna.