China y Vietnam presumen de fraternidad comunista

Nguyen se convierte así en el primer mandatario extranjero en visitar China desde que, a la conclusión del reciente XX Congreso, Xi iniciara un histórico tercer mandato que le confirma como el líder chino más poderoso desde Mao Zedong y sume a la segunda potencia en una regresión dictatorial.

«La causa del progreso humano es un proceso largo y tortuoso, y el desarrollo de países socialistas afronta un entorno internacional muy complicado con serios riesgos y desafíos», afirmó Xi en declaraciones recogidas por la televisión estatal CCTV. «Los Partidos [Comunistas] chino y vietnamita deben persistir en trabajar en pos de la felicidad del pueblo y el progreso de la humanidad, avanzando en la modernización socialista con todas sus capacidades».

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En vísperas de la celebración del XX Congreso, los medios oficiales ya divulgaron un discurso en el que Xi recordaba con nostalgia la Guerra Fría, cuando «el frente socialista prosperaba», y aseguraba que «el éxito de China» representa un modelo para los países en vías de desarrollo. En esta ocasión, la monocromía roja de las banderas hacía evidente la fraternidad comunista. Xi, de hecho, galardonó a Nguyen con una Medalla de la Amistad, alabándole como «un devoto marxista, un camarada cercano y un amigo sincero del Partido Comunista Chino».

Nguyen, que como líder del Partido Comunista de Vietnam detenta más poder que el presidente o el primer ministro de su país, aseguró por su parte que «el desarrollo de la amistad y cooperación con China resulta la máxima prioridad de nuestra política exterior». También advirtió, sin embargo, que no permitiría el establecimiento de bases militares extranjeras en su territorio.

Vietnam encuentra en China su principal socio comercial, aunque a la vez ha supuesto el gran beneficiado de la guerra comercial y las tentativas de desacople entre las dos primeras economías del mundo. Sus reducidos costes de producción han atraído parte sustancial de la inversión saliente estadounidense, la cual ha disparado su PIB un 13,6% en el tercer trimestre de este año.

Ambos países, además, comparten como cualquier vecino una historia conflictiva. La suya incluye una guerra en 1979 y reclamaciones territoriales enfrentadas en el Mar del Sur de China. Pese a todo, la amistad caracteriza hoy su relación bilateral.

La visita oficial de Nguyen simboliza también el retorno de cierta normalidad diplomática para China, tras dos años y medio de aislamiento absoluto a causa de la política de covid-cero. Xi realizó en septiembre su primera salida al extranjero desde el comienzo de la pandemia, un viaje a Asia Central donde se reunió, entre otros, con Vladímir Putin.

Entonces mantuvo las distancias con sus homólogos, pero en esta ocasión compartió apretones de manos y abrazos desenmascarillados con el vietnamita. Le aguarda al líder chino una semana ajetreada: hoy martes tomará tierra el primer ministro de Pakistán Shehbaz Sharif, mañana miércoles el presidente de Tanzania Samia Suluhu Hassan y el viernes, cerrando la comitiva, el canciller alemán Olaf Scholz. Ninguno de ellos se identificará, muy a su pesar, como comunista.