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Los «chalecos amarillos» galos siguen en pie de guerra

Sin líder visible, las protestas por el alza de impuestos vivieron su segunda jornada

«Chalecos amarillos» protestan contra los precios del combustible en París EFE
Juan Pedro Quiñonero

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Sin líder visible ni organización concreta reconocida, el movimiento de los chalecos amarillos volvió a movilizar el domingo a centenares de miles de hombres y mujeres que cortaron y / o bloquearon carreteras y autopistas en toda Fra ncia, para protestar contra la subida del precio de los carburantes y el costo de la vida, recibiendo el apoyo moral de toda la oposición de extrema derecha, extrema izquierda, derecha y socialista.

Tras el éxito de la gran jornada de movilización del sábado día 18, la fronda social de nuevo cuño se prolongó durante todo el domingo, anunciándose nuevas convocatorias de protesta para los próximos días y próximas semanas.

Las protestas del sábado terminaron cortando espectacularmente los Campos Elíseos, la avenida más emblemática de París y Francia , seguido del «acoso» de las inmediaciones del palacio del Elíseo.

La jornada del domingo tuvo un carácter eminentemente «descentralizado». Sin jerarquía visible ni conocida, sin líderes visibles ni organización centralizada, el movimiento de los chalecos amarillos siguió muy activo en toda Francia, con un resultado llamativo, «colorista» y tenso , por momentos, seguido como un folletín audiovisual por las cadenas de información permanente, que mal pudieron cubrir las 2.000 o 2.500 acciones que se sucedieron con distinto éxito por numerosas autopistas y carreteras nacionales.

Una y otra vez, las manifestaciones y movimientos de protesta enarbolaban banderas de Francia, vitoreando a gritos frases de este tipo: «¡Macron, dimisión!». «¡Estamos hartos de pagar impuestos!». «¡Ya está bien de impuestos, precariedad y suicidios de agricultores y policías!». « ¡Júpiter, bájate de nube . Los humanos estamos en la miseria!».

Invisibles en las manifestaciones, los líderes de los principales partidos, no han dejado de apoyar moralmente la fronda de los chalecos amarillos, esperando atizar un incendio social contra Emmanuel Macron y su gobierno.

Desde la extrema izquierda, Jean-Luc Mélenchon declaró ayer: « Hay que felicitar el éxito de este inmenso movimiento de auto organización popular, que debe seguir».

Desde la extrema derecha, Marine Le Pen comenta la crisis de este modo: «El Gobierno debe dar una respuesta concreta a la cólera popular, expresión de una inmensa angustia».

Olivier Faure, primer secretario del PS, lanza una advertencia solemne: «El Gobierno de Emmanuel Macron ha metido fuego al incendio social. Sin diálogo, esperando que el movimiento se pudra, el gobierno corre el riesgo de atizar la cólera social».

Laurent Wauquiez, presidente de Los Republicanos (LR, derecha tradicional), declaró ayer: «Los franceses están cansados, angustiados. Macron debe corregir sus errores. Su obstinación nos invita a sostener un movimiento popular».

Instalado en el olimpo de las declaraciones perentorias sobre el destino del mundo, Europa y la civilización, Macron ha dejado que sus ministros comenten en «tono menor» el estallido de una fronda social que no tiene precedentes inmediatos, por su originalidad radical e imprevisible.

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