El Ayuntamiento socialista de Lisboa pasa datos a Putin sobre opositores rusos en Portugal

La información detallada se envió a la embajada rusa de Lisboa y también al gabinete del presidente de la Federación Rusa en Moscú. E inmediatamente, las reacciones no se han hecho esperar, pues se ha desplegado toda una tormenta política alrededor del tema.

Las acusaciones de haber actuado al estilo del Estado soviético se suceden en el territorio luso de norte a sur y la cadena de consecuencias aún está en curso. Hasta el PSD, principal partido de la oposición, ha roto su habitual tibieza para proclamar que acudirá a las instituciones europeas: su líder, Rui Rio, entra raras veces en escena, por lo que se le acusa de «excesiva connivencia» con los socialistas, pero en esta ocasión ha aparcado esa extraña estrategia y parece haber dado un paso al frente, probablemente porque faltan solo cuatro meses para las elecciones municipales y las encuestas no auguran perspectivas alentadoras en conjunto.

Fernando Medina se ha escudado en un escueto: «Ha sido un error que no tenía que haber sucedido», al tiempo que hace oídos sordos a las peticiones de dimisión que se acumulan por todo el país vecino. La única explicación adicional que ha dado se centra en haber negado que se escondiera una supuesta «complicidad» con el opaco régimen de Putin.

La ‘polvareda’ no deja de ampliarse, puesto que algunas voces declaran incluso que no es la primera vez que acontece un ‘chivatazo’ de estas características, aunque no ha trascendido qué otras instituciones extranjeras pueden ser las afectadas.

Ahora se ha embarcado en una escalada contrarreloj el Ayuntamiento lisboeta para hacer ver que no se quedó de brazos cruzados y rechazar así valorar siquiera la posibilidad de salir del Ayuntamiento en este contexto.

¿Cómo es posible que un gobierno democrático de la Unión Europea se haya enredado en semejante laberinto diplomático? ¿Es el síntoma de que la OTAN apenas puede fiarse de Portugal o resulta muy exagerado plantear una cuestión de este calibre? Los interrogantes están ahí, a pie de calle.

La Corporación que lidera Fernando Medina se muestra aturdida y le cuesta acertar ante la opinión pública. Son las cosas de las meteduras de pata que traen consecuencias que pueden ser desagradables, mientras los socialistas locales intentan tapar una torpeza de este alcance argumentando que ya está en marcha el proceso de destrucción de datos de las personas implicadas.

«Estamos cumpliendo escrupulosamente las leyes portuguesas», asegura Medina, que tiene en Carlos Moedas a su competidor más destacado desde las filas del PSD (tanto es así que se le considera como el mejor situado para suceder al vapuleado Rui Rio en un futuro quizá no demasiado lejano).