Gastronomía
Este restaurante, que fue sede del Real Madrid, cumple un siglo de historia
La familia Bustingorri celebra el centenario de este establecimiento icónico, nacido en un frontón en 1922, que introdujo las angulas en la capital y colaba vacas en ataúdes en la posguerra
Este mesón de carretera cumple 90 años y esto es lo que decía ABC de él hace ya medio siglo

Ocupa una casa de tres plantas. Una construcción que hoy desentona, aunque con encanto, en el ritmo incesante de Madrid. A solo unos pasos de Castellana, su forma de proa de barco irrumpe en la esquina de la calle de Joaquín Costa con la de Balbina Valverde. Allí se levanta una suerte de palacete ajardinado con ventanales de cuarterones que un día fue un colegio –y aun antes un comedor popular– y que es hoy heredero del legado culinario del restaurante vasco Jai Alai.
'Fiesta alegre' en una traducción literal que en realidad esconde una modalidad de pelota: cesta punta, una variedad en la que con la ayuda de una cesta de mimbre curvada se logran lanzamientos de hasta 300 kilómetros por hora. Un alma deportiva que recoge el testigo de su pasado, ligado a uno de los antiguos frontones de la capital, el homónimo Jai Alai, y a buena parte de la historia del Real Madrid.
El origen de este restaurante está unido desde su nacimiento en 1922 a este recinto deportivo de la familia Bustingorri que estuvo en la calle Alfonso XI, al lado de el Parque del Retiro. Una construcción singular, diseñada por uno de los miembros de la saga Otamendi –Joaquín, ingeniero colaborador de Antonio Palacios en el Palacio de Comunicaciones, hoy de Cibeles–, en la que se instaló un pequeño ambigú para servir bebidas y bocadillos a los espectadores de este, entonces, célebre deporte en la capital.
Los pelotaris eran verdaderas celebridades en los años 20. Uno de los más populares en la sociedad madrileña, Roberto Bustingorri, de Markina –la localidad vizcaína que se considera la universidad de la pelota vasca–, fue el fundador de este espacio. «Nuestra familia ya tenía experiencia en hostelería en Makina. Empezaron sirviendo bebidas y bocadillos de merluza frita. Los donostiarras que comenzaron a llegar a Madrid con el éxito de este deporte echaban de menos la cocina vasca. Muy pronto empezó a funcionar como restaurante», explican a ABC Miguel y María José Bustingorri, padre e hija y segunda y tercera generación de este ya centenario restaurante de Madrid.
El introductor de las angulas en Madrid
Con una historia que solo interrumpió la Guerra Civil, entre 1936 y 1940, Jai Alai marcó un antes y un después en la restauración madrileña. Entre otros hitos presume de ser uno de los primeros en ser un restaurante con terraza a mesa y mantel en pleno centro de Madrid . «Se ponían muchísimas mesas, siempre llenas, y con un servicio de al menos doce camareros. Ahora que están tan de moda los veladores con mesas vestidas, los madrileños deben saber que nosotros fuimos de los primeros en explotar este modelo con mucho éxito», cuenta Miguel a sus 83 años.
Creció en el frontón entre estrellas del deporte, famosos, políticos y personalidades de toda condición que acudían a comer y cenar. «Recuerdo como cada día llegaban los camiones con las barras de hielo para las cámaras. Y el género siempre fresco. Entonces era más caro comer pollo que langosta: nueve pesetas frente a las seis del marisco», cuenta.



Aún hoy presumen de haber introducido en Madrid el gusto por las angulas. «Las empezaron a demandar los pelotaris vascos que vivían aquí, que eran unos señoritos. Y entonces tuvimos que buscar la manera de traerlas desde Aguinaga. Una verdulera del Mercado de la Brecha de San Sebastián que nos mandaba la verdura encontró la forma: las metían entre hojas de berza, con hielo. Y llegaban perfectas», relata. Empezaron a venderse a tres pesetas la ración y hoy ya solo se sirven por encargo», recuerda.
De sede del Real Madrid a escenario de la Transición
Terminada la Guerra Civil, en los años 40 del siglo pasado, el Real Madrid encontró en el frontón Jai Alai un punto de encuentro para sus deportistas y una sede social desde la que dirigir el club. «La pelota dejó de jugarse de forma profesional en Madrid y el frontón era alquilado por aficionados para practicar. Y no solo pelota. Allí se hacía de todo, hasta patinaje. Y después fue la cancha donde jugó hasta los años sesenta el Real Madrid de Baloncesto», presume. Y por supuesto, fue el restaurante de cabecera de los madridistas. «Aquí comían y cenaban Santiago Bernabéu, Miguel Muñoz, Di Stéfano, Puskás, Gento, Santamaría... Todos», resume Miguel Bustingorri.
En 1965 los Bustingorri y el Real Madrid de baloncesto fueron desahuciados del edificio. El restaurante acabó en su ubicación actual –entonces prácticamente en las afueras de Madrid– y el equipo en el ya desaparecido Pabellón Deportivo Raimundo Saporta. El deporte dejó paso, en las siguientes décadas, a la política.
En sus mesas tuvieron lugar las reuniones de la 'Platajunta' que tejió la oposición al franquismo camino de la Transición, los Pactos de la Moncloa y de la Constitución de 1978. «Muchas comidas políticas se prohibían cuando eran más de 20 personas. El truco era separar a los que pasaban del número y ponerlos en otra mesa cerca. Así se pudo celebrar por ejemplo un homenaje a Tierno Galván que había sido prohibido en otro restaurante de Madrid», recuerda.



De ellos destaca que eran «políticos muy educados» y de todos los colores. «Aquí hemos dado de comer a todos. Al Partido Comunista y a UCD. Y se celebró, por ejemplo, la despedida de Felipe González», recuerda entre otras anécdotas en las que han participado Reyes, príncipes, escritores, periodistas, actores, premios Nobel, artistas y «clientes de toda la vida».
¿Qué se come en Jai Alai?
Los Bustingorri presumen de haber hecho siempre una cocina «tradicional y de calidad». El producto ha estado siempre en el centro de su propuesta. Hay platos que nunca han dejado de estar en su carta, especialmente guisos como sus chipirones en su tinta. Estos empezaron a acompañarse de arroz blanco en la posguerra por la carestía de pan que había. «Las vacas viajaban en ataúdes desde Markina y las alubias de estraperlo bajo la ropa», cuenta Miguel sobre los tiempos más complicados para el restaurante.
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También tienen en carta chipirones encebollados o bacalao en muchas de sus versiones –en un tradicional ajo arriero, al pil pil, a la vizcaína o al Club Ranero–, entre otras recetas de rape y merluza. También trabajan con casquería: riñones de cordero al jerez, mollejitas de cordero, callos o manos de cerdo al horno. Y buenos cortes carniceros: desde un clásico escalope empanado hasta el chuletón, pasando por el solomillo al Roquefort. «Lo importante es que te vas de aquí sin pesadez, sin que te esté repitiendo la comida toda la tarde. Eso y que no somos un restaurante prohibitivo. Siempre hemos cuidado la relación calidad-precio», concluye Miguel Bustingorri.
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