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Bocadillo de calamares: el genuino 'fast food' madrileño

La fritura siempre fue un clásico de los bares del centro de Madrid. Apuntes históricos y curiosidades de este manjar castizo

Adrián Delgado

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Decía el gastrónomo Ángel Muro , con su prosa directa y castiza, que de los calamares «sus guisos mejores son en su propia tinta y fritos» –'El practicón', 1893–. «De este último modo se hacen menos daño, porque el manjar es indigesto de veras», ... añadía. En Madrid el calamar alcanza su plenitud en el hueco que ocupan fritos a la andaluza en un bollo de pan –mejor o peor, como los propios cefalópodos, aunque el continente es clave–. El bocadillo de calamares es algo más que un clásico. Representa la sencillez de lo castizo. Un lugar común al que pueden recurrir siempre los de aquí y los que están de visita. Y, para un madrileño, una excusa para el reencuentro con su cocina callejera –que tan bien puede representar este manjar como una tajada de bacalao en Casa Labra– y que es el más genuino 'fast food' (comida rápida) de la capital.

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