Comer por rutas alternativas: del bogavante del norte al cuchareo del sur

Este hotel-restaurante es todo un clásico, con su buena cocina tradicional elaborada con producto local, tanto del mar como de la montaña. Además, Casa Enrique tiene dos activos muy importantes: la exquisita amabilidad de sus propietarios y una bodega completísima de precios especialmente ajustados. El plato estrella son los caricos montañeses, alubias rojas de especial delicadeza. Para respetarlos al máximo, se limitan a estofarlos con cebolla, ajo, pimiento choricero y aceite de oliva. Antes, rabas de categoría; bocartes abiertos y rebozados o unas cremosas croquetas, de centollo o de picadillo. Buen apartado de casquería, que incluye riñones al Jerez, lengua de ternera en salsa de tomate o mollejas empanadas.

Un mínimo desvío en la A-8 nos lleva a esta antigua tienda y bar, tan habitual en los pueblos de esta zona de Cantabria, que ahora alberga una casa de comidas bien conocida por su cocina tradicional y casera, en raciones generosas, que complementan con una sobresaliente carta de vinos y de destilados. Su gran especialidad es el cocido montañés, a base de alubias blancas, berzas y productos del cerdo, pero cualquiera de los guisos que ofrecen a diario justifica sobradamente hacer un alto en el camino: alubias pintas estofadas, enormes (por tamaño) albóndigas de vaca o cabrito guisado. Notable también su oferta de quesos cántabros.

Desde que se inauguró la autovía del Cantábrico el grueso del tráfico entre Galicia y el País Vasco ya no pasa por la larga recta que en Otur tiene la antigua N-634, pero aún así vale la pena desviarse para hacer un alto en esta casa, abierta en 1935. La cocina de Casa Consuelo ha evolucionado con los tiempos, pero sigue siendo la de siempre, tradicional, bien hecha, en la que se emplean las mejores materias primas de la zona. Su pote de berzas, la fabada, las verdinas con marisco… son guisos que bordan. Atención a los escabeches y al salpicón de bogavante. Siempre pescados del día y una notable oferta de carnes a la parrilla. Y por si fuera poco, una bodega que oculta grandes vinos con precios que invitan a beber.

Nada más pasar Pola de Lena, un mínimo desvío permite llegar a esta aldea de bonito nombre, San Feliz, donde se ha instalado Xune Andrade, cocinero con largo recorrido recompensado con una estrella Michelin. Carta breve, ceñida a la temporada y al producto asturiano, aunque sin cerrarse a lo de fuera. Platos en los que aparecen técnicas y elaboraciones que son fruto de los años de experiencia de Xune tanto dentro como fuera de Asturias. Desde su salchicha casera de cordero autóctono o el escabeche de solomillo de ternera xata hasta guisos de categoría como el salmón a la brasa con patatas con costilla o las albóndigas de vaca lechera con puré de manzana, todo resulta apetecible.

Muy poco antes de llegar a Viveiro, al pie mismo de la carretera, se encuentra este restaurante que cuenta con una agradable terraza colgada sobre la ría, cuidadas y modernas instalaciones, sobresaliente bodega, máxima amabilidad en la sala y, sobre todo, con los mejores mariscos y pescados de esa costa, en platos que representan perfectamente la tradición culinaria del Cantábrico gallego. La carta se cambia a diario en función de la materia prima disponible, pero se mantienen siempre los grandes clásicos de la casa, especialmente el salpicón de bogavante y, en verano, el rollo de bonito y los calamares de la ría en su tinta.

En la autovía de las Rías Bajas, cerca ya de Orense, en Allariz, encontramos este restaurante que pertenece a un grupo que practica la restauración ecológica. Situado en una antigua fábrica de curtidos del siglo XVII, a orillas del río Arnoia, se trata de un espacio muy especial, con amplia terraza. Su especialidad son las carnes a la brasa, que proceden de vacas de razas autóctonas criadas en libertad y alimentadas sólo con pasto en las montañas orensanas. Todas las verduras proceden de huertas ecológicas propias.

Un pequeño desvío en la ruta entre Cataluña y el País Vasco permite disfrutar de este bar que tiene merecida fama por sus bocadillos creativos, especialmente por el de «shawarma», que aquí hacen con carne de cerdo. Notables también los de salmón con anchoas, queso fresco, tomate y aguacate y el de solomillo de ternera con salsa de setas. La oferta cambia con frecuencia. Además, algunas raciones y una buena terraza.

Lo que empezó hace sesenta años como un bar de camioneros en la ruta hacia Cantabria se ha convertido en un restaurante en el que merece mucho la pena hacer un alto con un pequeño desvío desde la autovía A-67. Aunque sólo sea para probar en la barra su célebre bollo de tortilla de chorizo o las croquetas de jamón y huevo. Buen menú del día, con varias opciones para elegir, y una larga carta en la que sobresalen los platos de cuchara, tanto las sopas de pescado o de menudillos como el guiso de alubias pintas. Además, notables el pisto, las albóndigas de ternera, las chuletillas de cordero y el asado de lechazo. Para rematar, postres caseros.

En la carretera que une Soria y Logroño, en el pequeño pueblo de Pradillo, en la Sierra de Cameros, Yaquelin y Ricardo, venezolana ella, donostiarra él, se hicieron cargo hace siete años de este acogedor bar y restaurante en el que aportan un toque personal al producto y al recetario tradicional de la zona. Destaca sobre todo la barra, con una buena oferta de pinchos, bocadillos y cazuelitas. En el comedor, un atractivo menú del día y una carta «de picoteo» para las cenas. Cuenta además con una agradable terraza.

Junto a la autovía que une Córdoba y Málaga, este restaurante ubicado en una casa tradicional del siglo XVIII es el sitio perfecto para hacer una parada para reponer fuerzas, tanto a la hora del desayuno (estupendos sus molletes, sobre todo el de zurrapa) como a la de la comida. En su carta, platos recuperados de la cocina tradicional de la zona, con los guisos y los arroces como protagonistas. De los primeros, el potaje de alubias, de los segundos, el de conejo o el de lomo y espárragos. Recomendables también la porra antequerana y las migas, que se acompañan con naranja y zanahoria morada. Hay que dejar un hueco para el bienmesabe de postre. En verano, la terraza es todo un lujo.

En El Colorado, al pie de la carretera N-340 que une Cádiz con Algeciras, esta casa conserva el encanto de las viejas ventas gaditanas, y sobre todo se mantiene esa línea de cocina popular y de proximidad que siempre ha caracterizado a este tipo de restaurantes. Uno de los grandes atractivos de esta casa es el cuchareo, desde los garbanzos con tagarninas con su correspondiente pringá hasta las papas con cazón y chícharos en amarillo. Otro atractivo el excelente producto que manejan gracias a su privilegiada situación entre las huertas de Conil y muy cerca de uno de los litorales más ricos de España.

Atención también a los platos con atún rojo de almadraba. Repostería casera y una completa bodega de vinos gaditanos.