Por qué deberías conocer a Anthony Bourdain si eres un foodie: una película recordará su legado tras su suicidio

La muerte de este divulgador culinario –una verdadera estrella en EE.UU cuyos programas de televisión por todo el mundo llegaron a través de algunas plataformas a España– estuvo rodeada de polémica después de que salieran a la luz los mensajes que escribió a su entonces pareja, la actriz Asia Argento.

Una relación 'turbulenta', en la que profundizó el periodista Charles Leerhsen en la primera de las biografías no autorizadas –'Down and Out in Paradise: The Life of Anthony Bourdain' (Simon & Schuster, 2021)– que se publicaron tras su muerte y en la que también se dejó entrever una mala gestión del éxito y el profundo desencanto con su trabajo que alcanzó este gastrónomo –que también fue chef en los 90– en los últimos compases de su agitada vida.

Viajó por todo el mundo descubriendo en programas como 'Cook's Tour' o 'Anthony Bourdain: No Reservations' la auténtica cocina de cada rincón del planeta. Recetas y sabores sobre los que no se había puesto antes el foco con un tono tan cercano y desenfadado y cuyo aporte televisivo –y editorial, con decenas de títulos que lograron ser 'best sellers' del género culinario– contribuyó de forma definitiva a popularizarlos.

Sin embargo, el peso de la fama pudo con él en sus últimos años, en los que como contó su exmujer Octtavia Busia-Bourdain en 'Bourdain: la biografía oral definitiva' –Laurie Woolever, Planeta Gastro (2023)– le faltó «estabilidad». Se separaron dos años antes, mantuvieron una relación de amistad y durante ese tiempo Bourdain se mostró atormentado.

En la citada obra de Leerhsen –sostenida por el testimonio de 80 entrevistados y por los archivos que se encontraron en el ordenador y el teléfono de Bourdain– se reproducen algunas de las confesiones que el divulgador hizo a su exmujer sobre cómo se sentía respecto a las cotas de éxito que había alcanzado. En ellas le contaba que «odiaba a sus fans», que detestaba «ser famoso» y que ya no le gustaba su trabajo. La familia más directa de Anthony nunca estuvo de acuerdo con la imagen que se proyectaba de él en ese libro.

Sea como fuere, parece aceptado por su círculo más cercano que su vida personal estuvo marcada desde la juventud por un carrusel de bajadas al infierno –entre ellas al de las drogas, especialmente a la heroína durante su étapa como jefe de cocina en la Brasserie Les Halles de Nueva York en los años 90–. A pesar de ser un respetado cocinero en la época, quienes hablan de él en estas dos citadas biografías aseguran que su primera y gran vocación fue la de escritor. Y así, junto con la televisión, se hizo millonario.

El niño que creció en Leonia, Nueva Jersey, en el seno de una familia acomodada logró acumular una fortuna de algo más de 16 millones de dólares que se diluyó en sus últimos años de vida. Su herencia, tras su suicidio, fue valorada en solo 1,2 millones de euros.

Su pasión por la gastronomía llegó de forma repentina en un viaje a Francia con sus padres y su hermano. Tuvo la culpa el hambre y una ostra que un pescador ofreció recién recolectada a un Bourdain adolescente que, sin los prejuicios de sus familiares, la devoró siguiendo las instrucciones de aquel mentor improvisado. Una anécdota que, tal y como dejó escrito en sus memorias en vida 'Kitchen Confidential: Adventures in the Culinary Underbelly' (2000), le cambió para siempre la vida.

Esta obra, una de las más reveladoras de su talento como escritor, reflejó sin tapujos todo lo que se cuece en una cocina profesional: desde la explotación laboral, a las sustancias prohibidas, pasando por la higiene dudosa de muchos espacios y la tensión que se vive en su seno. En la traducción al español –'Confesiones de un chef', RBA (2015)–, Ferran Adrià aseguró que nadie había contado hasta la fecha «con tanta frescura y veracidad» lo que ocurría realmente en las cocinas de muchos restaurantes del mundo.

Se formó como cocinero en el Instituto Culinario de América –que curiosamente comparte siglas con la agencia de inteligencia americana, CIA– y se graduó en 1978. Entre sus primeros trabajos con repercusión está un artículo publicado en 1999 que, en la línea de 'Confesiones de un chef', contaba todo lo inesperado que esconden las bambalinas de la alta cocina. Se imprimió en The New Yorker y lo tituló: 'Don't eat before reading this' («No coma antes de leer esto«).

Antes de caer en ese hastío vital, laboral y odisea amorosa junto a Asia Argento, Bourdain mostró una pasión por la cocina y toda la cultura que la rodea en cada punto del planeta que contagió a millones de seguidores de sus aventuras televisivas y lectores empedernidos de sus historias. Su último sueño fue construir un mercado gastronómico en Nueva York con un centenar de puestos de cocina de todo el mundo –era un confeso enamorado de algunos como el de la Boquería de Barcelona– en Pier 57, un enorme complejo en un puerto recreativo de los años 50 en el río Hudson.

En sus redes sociales, especialmente en su cuenta de Instagram –2,6 millones de seguidores–, sus fans siguen a día de hoy dejando mensajes. Como curiosidad, la última foto que subió es de comida. Una generosa ración de chucrut, con patatas, chorizo, salchichas y una gruesa loncha de jamón cocido. Su irrenunciable ironía quedó allí, en una suerte de cita lapidaria y sarcástica, en un comentario en el que decía: «Un almuerzo ligero».