LOMLOE: La apuesta por las competencias que pone en duda la cultura del esfuerzo

Javier M. Valle, especialista en Política Educativa de la UE y profesor titular de la Facultad de Formación de Profesorado y Educación de la UAM, destaca como una de las principales críticas a esta ley «que se ha realizado sin conformidad, como ha pasado en las anteriores», y cree que el profesorado de este país no lo debería permitir. Comienza por recordar que la arquitectura curricular de la LOMLOE refuerza el paradigma competencial de una manera técnicamente conforme a las tendencias internacionales. «Es más acorde con el siglo XXII porque estamos educando para ese siglo. El problema está en que lo hacemos con profesores del XX, y con alumnos del XXI». No tiene dudas de que el planteamiento competencial de la LOMLOE es más acertado que los enfoques de otras leyes, que lo asumían en la retórica del papel pero no en la realidad de la práctica. «Y esta ley asume todo el paradigma competencial supranacional».

Mientras que la LOE se refería a competencias básicas, la LOMLOE habla de competencias clave. «Esta ley tiene el perfil de salida que propone la UE. Recoge las 8 competencias y es impecable», señala Valle. Sin embargo, en la práctica hay varios problemas. Entre ellos, «la prisa que ha tenido el Gobierno en implantar esta ley antes de las elecciones del 23. De nuevo, la educación al servicio de la política», se lamenta. Algo que estaba bien construido, «se ha implementado mal y no se ha formado a los profesores».

A ello hay que añadir otro problema, el hecho de que cada CC.AA. pueda hacer una lectura desleal de la norma. «Falta un acuerdo nacional en los saberes básicos. Es una irresponsabilidad muy grave. La arquitectura curricular está bien diseñada, pero su implantación está muy mal hecha, por precipitación, falta de formación y escaso consenso», resume el especialista.

Pellicer señala igualmente la ausencia de una política de formación con «incentivos, formación permanente, preparación de los roles…» y de un modelo de dirección. «Falta una apuesta clara de mayor inversión en recursos para que el sistema avance», indica la pedagoga. Sin olvidar que la falta de consenso político trae «incertidumbre en los centros».

Al hablar de aspectos positivos de la LOMLOE Pellicer destaca el avance real que se ha producido por el currículo por competencias «en la línea con lo que se hace en los mejores países del mundo. La ley sí ha avanzado, dando autonomía para trabajar en sus currículos contenidos propios», matiza. También destacable es la importancia que se ha dado a la competencia digital y el hecho de que el aspecto socio emocional aparece igualmente en los currículos. Sin olvidar que «apuesta por la FP» y facilita las pasarelas, algo muy positivo porque «hay que dejar puertas abiertas a los alumnos».

Víctor Núñez Fernández, director del diario Éxito Educativo y profesor universitario, asegura que «el descenso en el nivel del alumno es terrible». Cree que se necesita volver a una cultura del esfuerzo. «Se debe premiar a los alumnos que lo hacen y son brillantes porque por razones políticas se ha producido una falsa igualdad hacia abajo. Llegan muy mal los estudiantes a la universidad». Es partidario de que la educación se base en el esfuerzo, el trabajo, y se debe ayudar «a los que más lo necesitan». La enseñanza debe «ser un motor de igualdad de oportunidades, pero no se puede igualar hacia la mediocridad».

Carmen Pellicer habla de tres grandes enemigos del sistema educativo español: fracaso, repetición y abandono temprano. Todos ellos aspectos con tasas muy altas, aunque confía que «irán mejorando de forma lenta». En su opinión, aumentar de 16 a 18 la edad de la enseñanza obligatoria «será clave» y obligará a tener un sistema «más imaginativo, a ofrecer algo diferente a esos jóvenes».

En cuanto a la tasa de repetición «no se cambia con la ley», apunta. Cree que la repetición del curso como una medida o un castigo no es buena, pero no se trata de traer una normativa para no repetir, sino que «se debe mejorar el sistema para que haya menos fracasos». Y apunta un replanteamiento profundo que permita buscar la manera de que los jóvenes sigan aprendiendo cosas nuevas. Además, «los centros educativos necesitan más recursos y nuevas figuras como asistentes sociales o personal de enfermería».

Para mejorar el sistema educativo español, Pellicer se pregunta «qué hacer con la información para que se transforme en conocimiento» y apuesta por la «interdisciplinariedad, la única manera de mejorar el aprendizaje», resalta. Valle, por su parte, también nota cambios positivos, sobre todo desde el punto de vista metodológico. Pero recuerda que toda competencia necesita un contenido. «Hay que seleccionar mejor los contenidos, que son esenciales y deben ser significativos. El currículo ha crecido y al meter más contenido damos los temas como telegramas y no se aprende», se lamenta el especialista. «Hay que dar mejor contenido, más significativo y que sirva mejor a las competencias».

Le preocupan también las carencias de la parte oral, siendo España «casi el único país de Europa con una Selectividad sin parte oral. Tienen mucha gramática, pero falta comunicación, sobra dictado y falta expresión. Hay que mejorar los resultados y alinearlos con los europeos», puntualiza.