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La historia de la tata Reme, la segunda madre de Miguel Bosé y sus hermanas

La niñera aseguraba que jamás podría separarse de los pequeños. Ese mismo amor fue el que le hizo renunciar a mejores trabajos y hasta al matrimonio

Lucía Bosé junto a sus hijos Gtres
Rocío F. de Buján

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Este lunes Lucía Bosé , a sus 87 años, se vio obligada a abandonar por unas horas su apacible vida rural para sentarse en el banquillo de la Audiencia Provincial de Madrid. Acudió puntual con su característico cabello azul oculto bajo un gorro del mismo color. La actriz italiana estaba acusada de apropiarse y vender un dibujo de Picasso por 198.607 euros, que pertenecía a Remedios T. M. , empleada fallecida de los Bosé. La Fiscalía solicitaba dos años de cárcel para la actriz y una multa de ocho meses con cuota diaria de 20 euros, pero el proceso quedó suspendido . Las denunciantes del caso, las sobrinas y herederas de la mujer, han solicitado que Miguel Bosé declare como testigo puesto que consideran que puede aportar información clave.

Lucía Bosé durante el juicio EFE

Con motivo del juicio ha salido a la palestra la figura de Reme, una antigua empleada del hogar que había fallecido. Poco más se sabía de la dueña de «La Chumbera» , título adquirido en honor al apodo de la mujer y a quien Pablo Picasso pintó con siete pies y un pescado en cada mano. Miguel Bosé ha dicho en alguna ocasión que el papel de madre en su casa lo ejercía la tata Reme. Su madre, Lucía Bosé, siempre hizo las veces de padre tras su divorcio de Luis Miguel Dominguín, que tuvo lugar cuando sus hijos apenas habían alcanzado la adolescencia pues tenían 12 ( Lucía ), 11 (Miguel) y 8 ( Paola ). Tras esto, el torero contrajo matrimonio con Rosario Primo de Rivera , lo que le obligó a Lucía a volcarse sola en el cuidado y la educación de los pequeños. Fue en ese momento en el que la matriarca puso toda su confianza en la tata. «Eran como hermanas», aseguran quienes bien las conocían.

Lucía Bosé junto a sus hijos Gtres

Polémico divorcio

Recordemos que el diestro y la actriz contrajeron matrimonio civil en Las Vegas el 1 de marzo de 1955 y por la Iglesia el 16 de octubre de ese mismo año, en la finca del torero situada en el término conquense de Saelices. Sin embargo la tendencia de Dominguín a la seducción y a la conquista de mujeres acabó con su matrimonio en 1968. En la época, la ruptura de aquel matrimonio fue una conmoción nacional y un escándalo en unos años en los que no existía el divorcio. Los motivos quedaron claros en un fragmento de una entrevista que concedió Lucía Bosé hace años: «El motivo fue el de siempre. Me cansé de cuernos, porque era la mujer más cornuda de España », y aseguró que la aventura de Luis Miguel con su prima fue la gota que colmó el vaso y la empujó a romper el matrimonio.

Luis Miguel Dominguín, la figura del toreo más internacional de todos los tiempos, falleció en mayo de 1996 a la edad de 69 años, a causa de un derrame cerebral. Su irrepetible personalidad conquistó las plazas de todo el mundo con su técnica de torero poderoso. Provocador, controvertido, polémico, seductor de las masas y de las mujeres más bellas de su época , pisó siempre con la firmeza del triunfador, dentro y fuera de las plazas. Su muerte provocó una profunda conmoción y hondo pesar en la sociedad española. «Lo dejé todo por Luis Miguel Dominguín. Si tuviera que volver atrás, haría lo mismo» , declaró en su día Lucía Bosé. «Yo seguía llamándole así: torero, maestro; nunca le he llamado Luis Miguel», recordó la actriz.

Luis Miguel Dominguín y Lucía Bosé junto a sus tres hijos EFE

La tata Reme y Picasso

Sus tres hijos nacieron en el seno de una familia de artistas, lo que obligó a la pareja a contratar a una persona que se encargase de la educación de los retoños durante sus constantes ausencias por temas laborales. El diestro por sus continuas giras por los ruedos de España y Sudamérica y Lucía por su parte debía siguió con su profesión de actriz, lo que le obligaba a vaiajar por todo el mundo. La tata entró en la vida de Dominguín y Bosé cuando tan solo era una adolescente y vio nacer y crecer a los tres pequeños.

Conocidos es por todos la fuerte amistad que mantenían el torero y el pintor malagueño Pablo Picasso, hasta tal punto que el artista fue elegido como padrino de su hija pequeña, Paola. Su cariño por la familia Dominguín Bosé hizo que el artista realizase y regalase más de treinta piezas, fundamentalmente grabados y cerámicas, entre los años 1958 y 1965. Entre las obras destacaba una serie de platos sobre temas diversos, como la tauromaquia.

Con motivo de los trabajos profesionales de Dominguín y Bosé, hubo una temporada en la que sus tres hijos, custodiados siempre por Reme, se mudaron a «La Californie», la mansión del pintor situada en la Costa Azul. Reme, al igual que el resto de la familia, se ganó enseguida el afecto de Picasso, quien le regalaba dibujos para que ella los utilizara en sus bordados, entre los que se encontraba «La Chumbera».

Tal fue la confianza entre la empleada y el pintor que un día le ofreció llevar su casa francesa a lo que Reme se negó alegando que «jamás podría separarse de los pequeños». Ese mismo amor fue el que le hizo renunciar al matrimonio con un picador de la cuadrilla del matador que se le declaró, dejando claro que los únicos hijos de su vida eran los Dominguín Bosé , a los que cuidó durante 50 años hasta su fallecimiento en 1999. Para ellos, según cuentan, era una más de la familia.

Regalo envenenado

«La Chumbera» Pablo Picasso

La unión entre la tata Reme y Lucía Bosé fue tan fuerte que antes de su muerte, la empleada le regaló un dibujo en el que Pablo Picasso la pintó con siete pies y un pescado en cada mano. El año pasado, las sobrinas de Reme reclamaron a Lucía Bosé 200.000 euros por apropiarse del cuadro, que vendió en 2008 en una subasta en Christie´s.

Habrá que esperar a la resolución de los jueces, quienes determinarán si el dibujo era realmente un regalo o una posesión de la que se aprovechó la matriarca tras la muerte de su amiga.

Mientras tanto, Lucía Bosé pasa su día a día en un pequeño pueblo de Segovia, en el que se refugió hace unos años en busca de paz y sosiego. En Brieva, con una población de 85 habitantes, ocupa su tiempo con largos paseos y charletas con amigas. Lejos del bullicio y los focos, se siente feliz.

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