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Ricardo Portabella: «Detesto la palabra riqueza, prefiero hablar de prosperidad»

El accionista de Danone habla en exclusiva con ABC y puntualiza sobre su fortuna: «No tengo 1.000 millones de euros»

Ricardo Portabella: «Detesto la palabra riqueza, prefiero hablar de prosperidad» abc

María Teresa Benítez de Lugo

Considerado como uno de los hombres más ricos de Suiza, el español Ricardo Portabella Peralta (Barcelona, 1960) pide volver al anonimato y denuncia desde su casa, en una conversación telefónica mantenida con ABC el pasado jueves, «el ensañamiento de la prensa hacia mis actividades económicas» , que, según afirma, «no le interesan a nadie». Prácticamente desconocido hasta 2011, Portabella saltó a los medios tras unas líneas publicadas en el semanario económico suizo «Bilan», que le situaba entre las primeras trescientas fortunas de la Confederación Helvética (CH). Era la primera vez que un español aparecía en este listado.

«Dejadme tranquilo», reclama Portabella desde su residencia en Ginebra, donde se encuentra recluido desde hace poco más de un año por motivos de salud. «Ni yo ni mi familia tenemos la fortuna que pretenden los periodistas que escribieron esas informaciones, las cuales no hacen sino dañarme a mí y a los que me rodean», declara.

La última edición de «Bilan», publicada a finales de noviembre de 2014, le atribuía en el ejercicio económico de 2013 una fortuna de unos 1.000 millones de euros y publicaba su nombre junto a multimillonarios como Ingvar Kamprad, patrón de IKEA; el dirigente ismaelita Karim Aga Kan, o los Bertarelli.

«No me sentí huérfano»

Portabella traza con firmeza su recorrido desde que salió de España, a los 29 años, rumbo a EE.UU. hasta su posición actual como multi-inversor independiente. Controla varias sociedades, entre las que se encuentra Dinamia, manejada en un 22% por Anpora SL, que se ocupa de inversiones inmobiliarias, capital de riesgo y gestión. «Pertenezco a una familia de tres hijos: dos hermanas y yo. Mi padre murió cuando yo tenía 3 años. A raíz de este doloroso acontecimiento, mi madre y mis tíos se encargaron de mi educación, por lo que en ningún momento me he sentido huérfano, como dice la prensa», puntualiza el empresario.

«Tras unos estudios cursados en Barcelona (Universidad Central, 1982) y un máster en gestión de empresas en Esade, trabajé durante dos años en la hoy desaparecida auditoría Arthur Andersen y, luego, en la compañía Font Vella, que pertenecía al grupo galo Danone. El divorcio de mi primer matrimonio me llevó a cambiar de aires y me trasladé a EE.UU. en 1989», detalla. La empresa de alimentación que fundó en ese país junto a una de sus hermanas no tuvo éxito y tras este primer fracaso empresarial –«del que aprendí enormemente», puntualiza–, decidió regresar a Europa, aunque no a España; se marchó a Luxemburgo en 1992, donde no había ninguna sociedad de gestión española.

En 1995 fundó, con el banco belga Degroof, la gestora Degroof y Portabella. Esta creación le permitió entrar en el comité de dirección de la entidad bancaria, que tenía filiales en Suiza y en España, y en la que llegó a ser socio y su segundo accionista. En 2007, y tras el ataque al corazón que sufrió un amigo muy querido, vendió su participación.

Portabella se autocalifica como inversor independiente. «No llego a ser un empresario como Amancio Ortega», dice modestamente. Desde el año 2000 reside con su segunda esposa y sus hijos en Ginebra donde vive, trabaja y lleva una vida de lo más sencilla. Se ocupa de su familia, pasea a su perro y conduce un viejo coche del que no termina de desprenderse. En la actualidad trabaja en la fusión de Dinamia con N + 1, una operación que el español califica de «muy bonita» porque traerá gran valor añadido tanto desde el punto de vista de los clientes como el de los accionistas. Respecto a Danone, puntualiza que su familia no es miembro fundador de esta compañía y que su presencia actual en la misma no es significativa.

Hace unos días, ABC publicaba un artículo sobre una millonaria compra que ha realizado en Singapur: dos pisos de lujo en la urbanización Seven Palms por unos 18 millones de euros. «Una inversión como muchas otras, porque para tener el dinero en el banco prefiero invertirlo. Eso no significa que me vaya a vivir allí, pues mi familia esta aquí y mis hijos están escolarizados en Ginebra», comenta.

«Sigo sin entender este interés de la prensa por las personas que tienen dinero», continúa Portabella. «Además, por lo que a mí respecta, este personaje que han creado no me gusta porque detesto la palabra riqueza. En su lugar prefiero la de prosperidad», explica el inversor al tiempo que subraya que en los últimos quince años ha hablado personalmente con un único periodista.

«No tengo ni 1.200 ni 1.000 millones de euros de patrimonio, pues, entre otras cosas, este está compuesto por bienes inmobiliarios que son muy difíciles de evaluar debido a las fluctuaciones de precios que existen en el sector. Esa cifra es una barbaridad que ha sido repetida por diferentes medios de comunicación sin llegar a ser nunca verificada», finaliza.

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