Mujeres consortes en el Elíseo, un cóctel explosivo

Yvonne de Gaulle ha pasado a la historia como una esposa que dirigía la cocina familiar, en el Elíseo, con la austeridad de un ama de casa de clase media, imponiendo un rigor presupuestario para siempre ido, entre los fastos de un palacio presidencial víctima, también, de las crisis que no dejaron de sucederse.

Claude Pompidou (Claude Jacqueline Cahour, de soltera) se vio envuelta en un rosario de escándalos extremadamente graves y confusos. La derecha ultra intentó destruir políticamente al presidente Georges Pompidou. Su esposa sufrió una trágica guerra sucia, con ribetes de escándalos sexuales, que marcó toda su vida.

Anne-Aymone Giscard d'Estaing (Anne-Aymone Marie Josèphe Christiane Sauvage de Brantes, de soltera) sufrió desde antes de instalarse en el Elíseo de los estragos de la maledicencia. Con la elección de Giscard a la presidencia de la República, se difundieron un largo rosario de rumores sobre la presunta infidelidad del nuevo presidente, que habría celebrado su triunfo con una visita nocturna a una presunta amiga, hacia el alba de aquella noche de gloria política.

Aquella temprana maledicencia tuvo muchas otras prolongaciones, durante el mandato presidencial de su esposo y muchos años más tarde. Giscard fue el primer presidente de la V República que asoció a su esposa a la vida pública y la comunicación presidencial. Pero ese “trabajo” de la esposa del jefe del Estado terminó convirtiéndose en un calvario personal.

Bernadette Chirac (Bernadette Chodron de Courcel, de soltera) sigue tratando de usted a su esposo, en público, cincuenta y ocho años después de su matrimonio. Es leyenda que Jacques Chirac tutea a su esposa, en público, cuando desea irritarla. Ella ha contado en muchas ocasiones que las infidelidades de su esposo, antes y después de ser elegido presidente, estuvieron a punto de romper el matrimonio.

Bernadette Chirac ha contado con elegancia triunfante los sacrificios que tuvo que sufrir para salvar a su esposo de las “garras” de un rosario considerable de amantes y amistades femeninas de la más peregrina condición. Algún biógrafo ha contado que Jacques Chirac tuvo una aventura con Claudia Cardinale.

Danielle Mitterrand (Danielle Gouze, de soltera) sufrió en sus carnes el gran arte del adulterio de Estado que practicó su esposo, instalando a su amante y su hija en un palacio contiguo al Elíseo. Durante catorce largos años, François Mitterrand cohabitó con su esposa y amante en dos palacios apenas separados por una calle. En el Elíseo, Mitterrand vivía con Danielle y sus hijos conocidos. En un palacio contiguo, Mitterrand vivía con Anne Pingeot y su hija Mazarine.

Esas dos familias paralelas no se cruzaron nunca. Y solo se encontraron, por vez primera, ante la tumba de François Mitterrand.

La salvedad ha sido Bruni, la única esposa feliz de un presidente de la RepúblicaCarla Bruni-Tedeschi,la tercera esposa de Nicolas Sarkozy, es la única mujer de un presidente de la V República que ha sido feliz en el Elíseo, desde Yvonne de Gaulle. Sarkozy llegó al Elíseo tras el fracaso de su primer matrimonio. Su segunda esposa, Cecilia Ciganer Albéniz, vivió en el Elíseo efímeras horas de gloria, seguidas de un largo calvario. En el Elíseo descubrió que Sarkozy la traicionaba. En el Elíseo descubrió otro amor, antes de abandonar a Sarkozy, que tuvo varias aventuras antes de volver a casarse con Carla Bruni.

Conocedores de ese largo rosario de sainetes y tragedias amorosas, François Hollande y Julie Gayet dudan muy mucho la posible “clarificación” de sus relaciones.

Hollande llegó al Elíseo acompañado de Valérie Trierweiler, tras una larga vida familiar con Ségolène Royal, la madre de sus cuatro hijos. Trierweiler solo fue feliz en el Elíseo durante un año o año y medio, hasta que estallasen los rumores de la historia de amor entre Hollande y Julie Gayet.

Trierweiler vivió la revelación de esa historia como una tragedia personal. Huyó y tuvo que ser internada, en un hospital público, primero, en Versalles, durante unos días. Tras la revelación de sus amores presidenciales, Julie Gayet duda entre el alejamiento y la “clarificación”.

Hay quienes piensan que la pareja Hollande – Gayet pudiera hacer un “gran anuncio” este verano. Son minoritarios. Solo ellos saben si, en verdad, continúa o se ha roto un amor que duró un año o año y medio, antes que su revelación lo exponga a los riesgos de la “maldición” que parece pesar por las mujeres, esposas o amantes que pasan por el Elíseo y la “erótica” del poder.