Vox mima su botín y alimenta la idea de los dos PP
Abascal supera un verano marcado por el descenso electoral y la tensión interna, pero pudiendo exhibir haber forzado al PP a normalizar la coalición pese a la resistencia en las filas populares
Madrid
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Iniciar sesiónEl verano en la derecha ha tenido un ánimo ciclotímico. La decepción de un resultado electoral que impedirá la formación de un Gobierno alternativo a Pedro Sánchez lo ha contaminado todo. Ya antes del 23 de julio, y muy condicionado por esa cita, empezó una ... serie de negociaciones en los diferentes territorios que no han concluido hasta este fin de semana con el acuerdo en la Región de Murcia.
Por momentos ha sido Vox quien parecía estar atravesando su peor momento. El adiós de Iván Espinosa de los Monteros consolidaba la idea de un repliegue del partido que postergaba, según ellos mismos han denunciado, a los representantes del sector más liberal del partido. En el PP alimentaban esa marcha como la constatación de que el espacio electoral y sociológico que representa Vox es cada vez menor. En la brújula de Feijóo antes de las elecciones estaba ese horizonte de seguir ensanchando ese espacio. En las entrevistas que él mismo y el vicesecretario Institucional, Esteban González Pons, concedieron a ABC durante la campaña electoral persistían en validar a algunas ideas y personas de Vox. No a todas.
Pero el verano termina con la sensación opuesta. La de este lunes ha sido la segunda rueda de prensa seguida en la que el portavoz de facto del PP, Borja Sémper, tiene que enunciar la frase «el PP no es una secta» para justificar las posiciones discordantes dentro de la formación. Esto tiene mucho que ver con el nivel de relación con Vox. Antes de las elecciones la estrategia del PP era muy nítida, y no se evidenciaba una discrepancia clara. Desde su llegada a la presidencia del PP, Alberto Núñez Feijóo priorizó la recuperación de su partido esencialmente por el centro, ante el hundimiento de Ciudadanos y al detectar orfandad electoral en un segmento del electorado socialista.
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Vox ha tenido, es evidente, divisiones en su seno. Pero en última instancia no hay discrepancias sobre el horizonte, que debe ser la coalición con el PP. No sucede igual al contrario. Los populares insistieron en campaña con su oferta al PSOE para que gobernase la lista más votada. Esto se ha mantenido como apelación genérica en los pactos autonómicos. Pero esa evidencia de que hay una parte del PP que ve en Vox un grave problema para el PP se hizo evidente en el análisis posterior a las elecciones del 23 de julio. Una parte de la dirección nacional lamenta desde entonces el carácter «tóxico» de Vox. En el diagnóstico del PP está muy consolidado que la parte del discurso de Vox centrada en la «guerra cultural» fue clave para movilizar a la izquierda. Pero también existen quienes critican la campaña «conformista» y «sin propuestas» del PP como parte de los errores. Unos piden haber «confrontado más» con Abascal. Otros creen que Vox no debe estar en el centro del discurso.
Abascal sabe que en el PP hay enormes resistencias al entendimiento con su partido. Y que muchas de ellas anidan en Génova 13. Pero también sabe que por toda la geografía se multiplican los dirigentes que tienen que gestionar su día a día la relación con Vox, y que por ello demandan una relación normalizada con su socio. Ese sentir fue creciente tras el choque del 17 de agosto en la votación de la Mesa del Congreso, cuando la candidatura de Cuca Gamarra cosechó solo 139 votos, con los diputados de Vox dando la espalda a su candidatura a la Presidencia del Congreso de los Diputados. El 19 de agosto ABC titulaba así: «Altos cargos del PP piden cambios que mejoren la relación con Vox». Alcaldes, presidentes autonómicos y líderes autonómicos y provinciales defendían a Feijóo, pero demandaban rebajar la tensión. No existe en absoluto una convicción única en el PP entre sus presidentes autonómicos que promueva el choque con Vox. Sencillamente no es verdad. La sensibilidad favorable al entendimiento gana posiciones.
Abascal lo sabe. Y al contrario de lo que muchos pensaban en el PP, en las negociaciones ha aparecido el Vox más firme. Inflexible a la hora de entregar sin más sus apoyos al PP, pese a que las elecciones han supuesto también un correctivo para Vox, los últimos acontecimientos han sido victorias estratégicas. Este lunes por momentos parecía recrearse cuando se le preguntaba por la idea del PP de incluir a Junts en sus contactos para la investidura. Y él contestaba con la sintonía que mantiene con la posición expresada por Alejandro Fernández, presidente del PP catalán. También se mostró satisfecho por la posición del presidente de Aragón, Jorge Azcón, de no cesar a los dos directores generales de los que se encontraron en sus redes mensajes de hace años con exaltaciones del franquismo. «No admitimos que sea la izquierda la que nos diga a quién tenemos que nombrar», dijo Abascal, que también elogió al nuevo presidente de Aragón por su posicionamiento nítido, en las páginas de ABC, contra el planteamiento de reinterpretar la Constitución.
Una «nueva etapa»
Alberto Núñez Feijóo y Santiago Abascal se reunen esta mañana en el Congreso de los Diputados. Será la segunda cita que mantenga el presidente del PP en el marco de su investidura, tras la mantenida la pasada semana con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. La de este martes será la primera reunión pública entre ambos, que no obstante se han citado y han hablado ya en bastantes ocasiones desde que Feijóo lidera el PP.
Desde las pasadas elecciones constan al menos dos conversaciones y una reunión, que se dieron a conocer después de haberse producido. La decisión de Abascal de que sus 33 diputados apoyasen a Feijóo fue clave para su designación como candidato. Algo que Vox ha aprovechado para demandar al PP que pusiese en valor su papel como socio. La foto de hoy consuma esa «nueva etapa» en las relaciones, por más que formalmente sea una reunión más dentro de la ronda del candidato a la investidura. De hecho el reconocimiento público que realizó Feijóo del papel de Vox como socio era algo imprescindible para Abascal.
El presidente de Vox reunió ayer a su Comité de Acción Política, al que se sumaron los vicepresidentes de Castilla y León, Comunidad Valenciana y Aragón, Juan García Gallardo, Vicente Barrera y Alejandro Nolasco respectivamente, así como de la portavoz de VOX en el Parlamento Balear, Idoia Ribas, y la consejera de Mundo Rural en Extremadura, Camino Limia. Y mediante videollamada también participó el que será próximo vicepresidente de la Región de Murcia, José Ángel Antelo.
Abascal celebró ayer ese último acuerdo y que se haya «impuesto la cordura» como reflejo de una «nueva etapa de entendimiento». Reconoció Abascal que el acuerdo llega tarde: «Nos habría gustado que esto se produjese antes, pero nunca es tarde si la dicha es buena». Además, planteó que con ello «se cierra un ciclo», ya que se han llegado a acuerdos con el PP «en todas las regiones donde era posible hacerlo, donde Vox había sido decisivo». Abascal lamentó que algunos de esos acuerdos tuviesen lugar «in extremis ante las resistencias» de lo que él se refiere como los enemigos del entendimiento entre PP y Vox «que no están todos en la izquierda».
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