entomología forense
La «mosca de la carne», la primera en llegar a la escena del crimen
Los insectos de la familia de la calliphorida son los confidentes más fiables para las investigaciones de la Policía científica
M. T.
Ni los policías, ni los periodistas, ni los forenses. Los primeros en llegar a la escena del crimen son los insectos que acuden a colonizar el cádaver. Y de estos, la llamada «mosca de la carne», de la familia de la Calliphorida, es la avanzadilla ... y la mejor confidente de la Policía en la investigación, ya que su evolución aporta datos fundamentales para el conocimiento de los hechos.
El laboratorio de entomología forense de la Policía Nacional, el único en las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad españolas, fue creado hace una década y analiza unos 30 casos al año, habiendo emitido en este tiempo más de 150 informes periciales claves para la resolución de delitos, según explican fuentes de la Dirección General de la Policía y la Guardia Civil.
No obstante, la contribución de los bichos en las pesquisas policiales no es nueva y ya en el siglo XIII existía un manual de medicina chino sobre entomología forense. Sus aplicaciones iniciales fueron fijar el momento de la muerte e incluso el lugar de la comisión del delito gracias al estudio de la fauna cadavérica y sus ciclos vitales.
Los especialistas de la Policía Científica han ampliado este campo y ahora examinan los insectos para obtener información esencial en otros tipos de delitos como el narcotráfico, determinar rutas o ubicación de laboratorios clandestinos; los movimientos de criminales como secuestradores o terroristas, analizando los bichos adheridos a sus vehículos que apuntan a un posible itinerario; en casos de maltrato o abandono de menores y ancianos, al detectar insectos que se presentan en organismos vivos en casos de miasis; o para determinar el consumo de drogas o sustancias tóxicas en personas fallecidas.
El laboratorio de entomología forense de la Policía Nacional está encabezado por dos licenciados en Ciencias Biológicas que poseen, además, estudios de post-graduación en Entomología Forense o en Ciencias Policiales de la Universidad de Alcalá de Henares. Estos especialistas investigan actualmente la extracción de ADN del contenido intestinal de los insectos en estado larvario presentes en una supuesta escena de un crimen cuando no se ha localizado al cadáver. Gracias al ADN obtenido se puede identificar a una víctima que aún no ha sido encontrada.
Las pruebas del delito
Según la Policía, la temperatura, el lugar del hallazgo, el estado de descomposición que presenta el cadáver, la estación del año, la altitud, la latitud o el tipo de vegetación son algunos de los muchos parámetros que influyen en el proceso de descomposición de un cadáver y, paralelamente, en la sucesión de artrópodos que acuden a colonizarlo.
Las moscas de la familia Calliphoridae, entre las que se encuentra la especie conocida como «mosca de la carne», son las primeras en llegar a la escena del crimen y sus respectivos datos de crecimiento son claves para realizar la estimación del intervalo post mórtem. Desde el punto de vista de la entomología forense existen cinco estadios de descomposición cadavérica: fresco, hinchado, descomposición activa, descomposición avanzada y esqueletización. La entomología forense puede dar una respuesta en cuanto al momento de la muerte en casos de avanzado estado de descomposición y considerando las variables ambientales y condiciones en las que se hallaba el cadáver. Por ejemplo, Calliphora vicina o Calliphora vomitoria se presentan en estaciones frías como otoño e invierno; mientras que Lucila sericata o Chrysomya albiceps se dan en estaciones cálidas.
Los insectos pueden indicar si el crimen se cometió en verano o en invierno
Los insectos también son claves para algunas investigaciones relacionadas con el narcotráfico, bien para determinar rutas elegidas por las redes de traficantes o para conocer la procedencia del estupefaciente y de los laboratorios ilegales, ya que algunas especies son utilizadas para cortar drogas y potenciar sus efectos. En este sentido, uno de estos trabajos especializados permitió identificar el origen de un laboratorio de narcotraficantes, al encontrarse bolsas repletas del coleóptero Mylabris phalerata, un insecto procedente de China y del Sudeste asiático. De esta especie se extrae un principio activo llamado Cantárida (o Cantaridina) que, en pequeñas dosis es terapéutico, pero en dosis elevadas es letal.
Investigación con cerdos
El laboratorio de Entomología Forense de la Comisaría General de Policía Científica experimenta con cadáveres de cerdos -animales anatómicamente similares a los seres humanos-, para estudiar el proceso de descomposición cadavérica modificando las variables ambientales. Además, los biólogos de la Policía Nacional crían ejemplares inmaduros de la fauna cadavérica recogida en sus inspecciones oculares para disponer progresivamente de una base de datos más amplia y fiable.
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