Enfoca el largo pasillo de la vivienda que comparte en el segundo piso con su pareja, que no aparece en este breve fragmento de imágenes. Se ve la casa totalmente revuelta, con un montón de sal sobre el sofá, ropa tirada y tendida, y, de repente, el luego detenido se enfoca a sí mismo, desnudo, y dice a la cámara: «Lo siento mucho». Un susurro que viene a confirmar lo que acaba de hacer.
Esta mañana, justo a las 7.30, agentes de la comisaría de Puente de Vallecas se personaban en el lugar. Habían recibido la llamada de una vecina del primer piso alertando de una discusión. Se habían escuchado golpes y a Pedro gritar: «¡Auxilio!».
Portero de discoteca
El sospechoso no quería abrir a los agentes, que no se imaginaban lo que se iba a encontrar minutos después, cuando el hombre, de estatura baja pero muy atlético (es portero de discoteca), decide franquearles la puerta, portando su improvisado crucifijo en las manos, como un escudo.
Nada más entrar, a la izquierda, estaba el cadáver de Pedro, semitumbado, sobre la pared y chorreando sangre: le había dejado clavados dos destornilladores en el abdomen y otro en un ojo. Estaba muerto.
«¿Qué has hecho? ¿Por qué lo has matado? ¿Cómo has podido hacer algo así?«, le espetan los funcionarios, horrorizados por la escena. Fue detenido y trasladado, con evidentes signos de estar drogado, a dependencias policiales. En la casa, había varias Biblias y libros sobre esoterismo y ciencias ocultas. Había montado una especie de ritual, según fuentes de la investigación.
Los servicios funerarios han trasladado el cadáver del que ha sido su pareja durante al menos los tres últimos años al Instituto de Medicina Legal, para que le realicen la autopsia.
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