La Policía investiga el hallazgo de un cepo de caza junto al parque de Valdebernardo

El cepo fue encontrado anteayer, tras denunciarse que un can pequeño, de la raza West Highland, fue cazado la noche anterior después de colarse por el hueco entre la valla perimetral y el suelo. La trampa estaba muy cerca de la verja, oculta entre los arbustos, a unos cien metros del centro de transfusiones de la Comunidad de Madrid. Se trata de un artilugio viejo, oxidado y sin dientes, ahora custodiado por la Policía. La zona, aunque no está urbanizada y no es muy transitada, es perfectamente accesible a pie. El temor de los agentes es q ue se hayan colocado más aparatos en lugares que sí acojan un flujo constante de paseantes y ciclistas, tanto en el exterior como en el interior del parque, con una extensión de 103 hectáreas.

El hecho de que se encontrara activado y perfectamente dispuesto hace indicar que se colocó a propósito para cazar. El animal, que fue trasladado a una clínica veterinaria cercana (Vicalcan), se encuentra bien ; sufrió heridas leves en su pata derecha trasera y, según explicaron en el centro, no tuvo fractura y no fue necesaria una intervención importante. Fuentes policiales detallaron a ABC que ya se ha dado el aviso y que en los próximos días se patrullará por todo el perímetro del parque .

Los responsables del parque de Valdebernardo, gestionado por la Comunidad de Madrid, insisten en que es un hecho «aislado» y que , en cualquier caso, estaba fuera de los límites del recinto. «La vigilancia es constante y nunca ha pasado algo así», explicó a este diario la jefa de servicio, Carolina García. No obstante, si los encargados del mantenimiento ven algo fuera de lo normal, automáticamente dan aviso a las autoridades. De hecho, fueron ellos quienes recogieron el cepo y lo conservaron hasta que se lo llevó la Policía. La consejería de Medio Ambiente, por su parte, indica que seguirá con el mantenimiento de la zona que les corresponde –el suelo donde se encontró es suyo–, centrada fundamentalmente en desbrozar y limpiar.

Lo que sí es habitual, según explican los operarios, es encontrarse con pequeñas trampas para conejos y roedores , aunque «nunca tan peligrosas». Una de las hipótesis que manejan los investigadores es que quien situó el cepo buscaba cazar a uno de estos animales, aunque tampoco se descarta que fuera simplemente para hacer daño, como los casos de comida envenenada y con clavos en diferentes parques y jardines de la capital.

Este extremo, precisamente, es una de las preocupaciones de los vecinos de la zona, que aunque aseguran que «nunca» han tenido un problema en el parque y en sus alrededores sí guardan cierta cautela. «Paseo con mi perro todos los días y no he visto nada extraño , pero al saber esto estaré más atenta», apunta una de las residentes.

Pero la principal inquietud es que la víctima de las trampas sea una persona. «Si este mismo cepo pilla a un niño, seguro que le corta la pierna por el tobillo; no cuesta nada que todos nos fijemos un poco más, ha podido ser peor», declara otro de los vecinos.