Murió el silencio en las calles de Madrid
El toque de queda se disolvió a medianoche en Sol, Malasaña y otras zonas de la capital se llenaron de bullicio
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Iniciar sesiónDespués de 196 lunas cercenadas, de siete meses a merced del reloj y las prisas para regresar a tiempo a casa, la noche vuelve a ser joven en la capital. «A las doce se vienen cositas», vaticinaba ayer una joven de 18 años mientras hacía ... cola para aprovisionarse de alcohol en una tienda de conveniencia. El toque de queda , hasta ahora la medida más estricta en la Comunidad de Madrid para contener la expansión del Covid-19 , se disolvía a medianoche, e incluso Madrid, oasis de esa ‘libertad pandémica’, se soltó la melena.
A las 22.00 horas, las copas y las cervezas corrían en las terrazas de Malasaña . La hostelería tenía solo una hora más, como cualquier otro sábado, pero en la calle se palpaba la diferencia. «Hoy está llenísimo, no es como otros días», confirmaba Raúl, camarero en la pizzería Sandos. Enfrente, en la plaza del Dos de Mayo, calentaban motores decenas y decenas de jóvenes, mientras agentes de la Policía Municipal hacían su ronda de cuando en cuando. El grupo más grande, cuyo altavoz escupía reguetón a todo volumen, escapó con sus provisiones de bebida antes de que les cazaran. Muchas lucían ropa de fiesta. Algunos ya se tambaleaban. Apenas 10 minutos antes del toque de queda aún en vigor, un estruendo estalló en la calle de Velarde .
Frente al mítico local de la Vía Láctea se arremolinaba un centenar de personas. La fiesta estaba en su máximo apogeo, aunque los bares bajaban la persiana. Un vecino molesto lanzó un cubo de agua por la ventana. La turba le increpó unida. Saltaban, cantaban, se besaban, se servían copas. La estrecha vía se convirtió en el epicentro de una noche que se avecinaba turbulenta. Y a las 23.00 horas comenzó el limbo de 60 minutos , la confusión que ha acompañado a la batería de decretos y desescaladas del último año. El sábado 8 de mayo terminaba preso por el toque de queda. Pero en una hora empezaba el 9 de mayo y, con él, el fin del estado de alarma ordenado el pasado octubre por el Gobierno central.
Los jóvenes sabía que estaban en tierra de nadie. Uno trepaba una farola en Velarde. Los congregados abrían un pasillo a los vehículos VTC que se atrevían a cruzar la calle mientras les golpeaban el capó como si fuera un tambor. «¡Libertad, yo con Ayuso!», clamó un chico ebrio a varios metros de las cámaras de televisión, apartadas a base de silbidos y latas volando por el aire. Cuando la Policía Municipal entró en escena, ellos resistían. «¡Chavales, hay que aguantar hasta las doce!» , animó uno entre el montón.
Fiestas 'legales'
A medianoche, las prohibiciones mutaron en recomendaciones. Las fiestas ilegales dejaron de serlo y los no convivientes se podían reunir sin temor a represalias. « Nos vamos ahora a una casa de un amigo a beber , y a las doce saldremos a la calle a ver el ambiente», adelantaba María, de 18 años, antes de comprar alcohol con sus amigos. En la calle había otros planes. La plaza del Dos de Mayo se transformó por unos minutos en un ‘skatepark’ improvisado. Los jóvenes hacían piruetas sobre los adoquines; otros jugaban a torearse con una chaqueta ante los aplausos de la masa. El bullicio cesó con la llegada de la Policía, que protegida con cascos y escudos formó un cordón para disolver a la gente. La estrategia tenía sus fallos. A las 0.00 horas ya se podía permanecer en la calle.
El Ejecutivo madrileño anunció el viernes un «plan específico contra botellones», con un refuerzo de 200 agentes municipales en la capital, y recordó que beber en la vía pública está vetado desde 2002. Sin embargo, ayer en Malasaña pesaban más las prohibiciones del último año. «¡Tres, dos, uno...!». 0.00 horas. Decenas de personas, desperdigadas por los alrededores de la plaza del Dos de Mayo, celebraron la medianoche y, entre vítores, lo que ellos llamaban «libertad».
Ayer fue una noche de contrastes. La mascarilla aún es obligatoria, aunque entre trago y trago desaparecía. La carta blanca tiene matices, en concreto, unas medidas sanitarias —tan familiares ya como los aforos y la distancia de seguridad— desglosadas en el medio centenar de páginas publicadas ayer por la tarde en el Boletín Oficial de la Comunidad de Madrid (BOCM). El consejero de Justicia, Enrique López, hablaba el viernes de que se podría «salir a pasear», pero la alegría por recuperar un pedazo de la vida anterior se desbordó. Decenas de personas disfrutaron de una noche primaveral sin restricciones; más de 500 pasaron la suya en la UCI .
«Madrid... Solo hay un secreto que me lleva hasta aquí, que ha muerto el silencio en las calles de Madrid», cantaba Loquillo. A la una de la madrugada, ecos de gritos y música resonaban por el centro de la ciudad. La noche acababa de empezar .
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