«Soy maja y cariñosa»: el cartel de una anciana escritora que ha enternecido las redes sociales

«Pinto, escribo, interpreto, diseño», escribe Pilar quien, en conversación telefónica con ABC, afirma haber recibido, al menos, 17 llamadas de «chavales y chavalas majísimos» que están dispuestos a ayudarla, incluso, de fuera de Madrid.

Esta talaverana, que ahora reside en el barrio de Embajadores, tenía su propio ordenador, pero se estropeó. «Perdí libro y medio y le cogí miedo» , dice Pilar, que recita todos los lunes en el Cafe Gijón .

Pese a que en poco más de un año cumplirá los 80, su voz rebosa vitalidad. Continúa escribiendo poesía, monólogos, canciones, novelas policíacas ; cualquier «cosa», como dice ella. Por teléfono, recita de memoria una declaración de amor a la luna, imita las maneras de una gitana y de una madrileaña castiza e interpreta, con timbre agudo e infantil, uno de sus 280 microrrelatos , titulado «La chincheta». Siempre con «humor» y, en ocasiones, con cierto tono «vulgar». «Escribo cositas que enamoran», resume Pilar.

Pero no todo es tinta y papel. Desde que se murió su padre, cuando tenía 14 años, Pilar comenzó trabajar. Ha sido actriz, pintora y locutora , ha participado en cortos, películas y obras de teatro, ha vivido en Colonia, Alemania. Tiene incluso un nombre artístico, Pilar París . Ahora, elabora «joyas» con plásticos y papeles de caramelo. «Me paso la vida inventando cosas», afirma esta mujer incansable, que hace 19 años que se quedó viuda.

Su carta de auxilio ha sido retuitada casi 8.000 veces y ha recibido más de 6.000 «me gusta» desde el pasado viernes. Movidos por la «ternura», como dice una de las respuestas en la red social, decenas de jóvenes se han ofrecido a ayudar a Pilar. Además, han alabado su caligrafía e, incluso, han afirmado querer comprar sus obras .

Con todo, Pilar cree que su trabajo no será reconocido. «Me tengo que morir», como los grandes artistas, bromea. Eso sí, su energía e imaginación no dejan indiferente a nadie . «Soy feliz desde que te conozco», asegura le dijo una joven que frecuenta el Cafe Gijón para escucharla. Y Pilar, con ese desparpajo propio de la vejez, coincide: «Soy cariñosa, maja y agradecida».