¡Adiós a pasapoga!
Enrique HerrerosEscritorPara los que hacían la noche, Pasapoga era un recinto donde solían concentrarse «los de provincias»; o sea, paletos refinados que habían superado a los más rudos, que preferían
Enrique Herreros
Escritor
Para los que hacían la noche, Pasapoga era un recinto donde solían concentrarse «los de provincias»; o sea, paletos refinados que habían superado a los más rudos, que preferían ir al teatro Martín, de la calle Santa Brígida, a desfogarse comiéndose con ... los ojos los muslos de la Maruja Tomás, que protagonizaba «Doña Mariquita de mi corazón»; al entrar en el vestíbulo no dejaban el abrigo en el guardarropa, sino que depositaban un cesto muy lleno donde traían del pueblo hasta una gallina viva para los refinados parientes de Madrid que estaban, en aquellos difíciles años, más tiesos que la mojama.
En «Pasapoga» brillaban los candelabros que deslumbraban a los asiduos; pero el «puteo» de alto copete pasaba de la llamada «sala de fiestas»; Encarnita, la zapatera; Ade, la enfermera; Maruja, la china... sólo se concentraban allí cuando el Athletic de Bilbao venía a jugar alguna de sus finales de Copa, arrastrando a la hinchada que se acomodaba por el centro, adueñándose de la capital. El punto más álgido para muchos era Pasapoga, donde nuestras chicas les sacaban hasta los calostros, como ellas decían en fino para referirse a salva sea la parte.
El presentador era José Luis, que más tarde se convirtió en el representante de Pajares, y mandó el micrófono a la mismísima. La sala poseía una orquesta que dominaba el fox-trot y, sobre todo, el imprescindible bolerazo, que significaba ser como el carné de identidad para arrimarse a la pareja. Algo así como le ocurría a Groucho, en una de sus increíbles escenas, al bailar con la imperturbable y deliciosa Margaret Drummond, cuando ésta le iba susurrando: «más cerca, más cerca» y, de pronto, Groucho exclamaba: «Si me arrimo más, voy a salir por su espalda».
Pasapoga y, pronto, el inolvidable cine Avenida, que presentó entre muchísimos títulos «El sargento York», con Gary Cooper, se salen por la espalda de Madrid. En la Gran Vía ya sólo quedan abiertos cuatro cines, ahora se ha convertido en la arteria de los musicales. ¡Si aquellos empresarios levantaran la cabeza!
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