15º congreso del psdeg-psoe
La primera piedra de lo nuevo o la puntilla a un partido en ruinas
Los socialistas gallegos abren este sábado en Santiago el cónclave que reelegirá a Besteiro y fijará la hoja de ruta para una etapa compleja, en mínimos históricos a nivel regional pero con el consuelo de que aún hay músculo en los concellos
El PSdeG se encomienda a abolir la prostitución, la pornografía y el género en su ponencia marco
SANTIAGO
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Iniciar sesiónParecería un congreso más de los socialistas gallegos a la vista de que en el guión está ya escrito que José Ramón Gómez Bestiero permanezca al frente del partido otro mandato. Tampoco se intuye, a priori, que en la ejecutiva del PSdeG vayan a producirse ... cambios sistémicos que le den la vuelta a la organización como un calcetín. Y a la vista de lo escuchado en las últimas semanas, el discurso parece anclado en lo previsible, en lugares comunes donde el Gobierno de España siempre acierta frente a u n PPdeG que, pese a revalidar su mayoría absoluta hace apenas un año, está instalado en el error y la inacción al frente de la Xunta. Y sin embargo, es un congreso mucho más importante de lo que parece.
En estas mismas líneas se comparó al PSdeG con un edificio enfermo, próximo a la ruina. Y el cónclave que el domingo clausura Pedro Sánchez debe servir para elegir un rumbo: o continuar la senda transitada en los últimos años –que no comprende solo a la última y breve etapa de Besteiro, sino a la anterior de Valentín González Formoso, su 'alter ego' mientras el lucense padecía su calvario judicial–, o poner la primera piedra para la reconstrucción real del proyecto, con todo lo que eso exige.
Resetear tiene un coste muy elevado. Porque exige elaborar argumentarios y discursos propios de manera selectiva, y no caer en el seguidismo crónico de cualquier asunto para el que Ferraz o Moncloa decidan aplicar toque de corneta. Implica pisar callos y marcar distancias con el oficialismo. Tampoco se demanda ser Emiliano García Page, escudado en su mayoría absoluta para poder criticar sin filtro los pactos de Sánchez con los independentistas catalanes. Pero sí debiera haber un espacio para una autonomía de discurso y no una actitud acrítica con cuanta decisión emane de las alturas del partido o el Gobierno. El PSdeG está en la encrucijada de la política polarizadora, engullido en la confrontación entre PP y BNG, sin capacidad para sorprender porque ya se sabe que se posicionará donde diga Moncloa. Y eso le barre del debate.
¿Manos libres?
Hay una corriente que, pese a todo, quiere vislumbrar un hilo de esperanza, porque cree que Besteiro al fin tendrá las manos libres para tomar decisiones. ¿Qué se lo había impedido hasta ahora? La precariedad de su liderazgo –por otro lado incontestado– no ha variado. Su continuidad se asienta en el respaldo de Sánchez, del mismo modo que su elección se envolvió en la necesidad de devolverle la oportunidad que Pilar de Lara le hurtó con sus maniobras judiciales. Pero no encontró rechazo en los notables del partido, que apoyaron su regreso y su reelección en el congreso extraordinario e hace apenas once meses, aquella inefable jornada en la que mientras Sánchez reflexionaba su futuro, Óscar Puente aseguraba que era «el puto amo». ¿Sabe hacer Besteiro otra cosa de lo que ha mostrado hasta el momento? He ahí la duda.
El burladero tras el que se refugia el PSdeG es que a pesar del batacazo histórico de las autonómicas de 2024, en las que el BNG obtuvo a su costa un resultado excepcional, todavía mantiene un evidente músculo municipal. Ahí están sus tres alcaldías urbanas –Vigo, La Coruña y Lugo– y las dos diputaciones del norte, así como villas importantes de tamaño intermedio, como Vilagarcía, Verín, Monforte, O Grove, Silleda, Ames, O Barco o Nigrán. En este frente, sin embargo, se han abierto grietas profundas, como la crisis descarnada en el PSOE compostelano, la pérdida de la alcaldía de Viveiro –feudo socialista durante los últimos veinte años– y la incógnita de Lugo, donde el próximo martes se elegirá al nuevo alcalde, tras el fallecimiento repentino de Paula Alvarellos.
Es improbable que en las municipales el PSdeG se derrumbe por el empuje del BNG –basta recordar el pinchazo nacionalista en europeas–, pero no tanto que ceda y sus regidores se vean más condicionados para pactar con su socio habitual. La receta de Sánchez de ceder en todo frente a Junts y ERC con tal de permanecer en Moncloa puede tener continuación en Galicia, con un BNG que no quiere ser menos que el resto de formaciones a la hora de desguazar el Estado tal y como lo conocemos, aunque el PSOE siempre le acabe tomando el pelo cuando negocia con los de Ana Pontón. Y en esa política de cesiones continuas, el que recoge los frutos es el PP, con su sólida mayoría absoluta en Galicia.
Contradicciones
Este es un PSdeG que tiene pendiente todavía decidir qué quiere ser de mayor. Basta leer la ponencia marco, en la que se defiende la industrialización y la apuesta por la obtención de materias primas y minerales raros, al tiempo que el partido está en cuanta manifestación contraria hay a la implantación de Altri o la recuperación de la actividad minera en la Comunidad. Es el PSdeG alarmado por la situación de la lengua gallega pero que unos días está por la inmersión que propugna el BNG y otros no lo tiene del todo claro. Es el PSOE que alerta contra los riesgos que amenazan a nuestros sistemas democráticos por el auge de las ultraderechas, pero que trocea y entrega la política migratoria a quien quiere ponerla en práctica para salvaguardar la identidad catalana, y evitar que los inmigrantes la diluyan en la multiculturalidad. Pocos discursos más 'ultras' hay que culpar a los migrantes de los males de la sociedad. Por no hablar de la alerta 'antibulos' que agita, mientras se repite la falsedad de que la quita de deuda para Galicia aportará a las arcas públicas 4.010 millones de euros para sanidad o educación, una mentira contable de la que Besteiro y los suyos son plenamente conscientes.
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Así que el PSdeG se asoma a la encrucijada y, salvo sorpresa, parece que no van a producirse giros inesperados en ese guion que se vislumbra. Habrá pellizquitos de monja al Bloque, para cubrir expediente y que parezca que se le va a plantar cara al adversario político en el campo de la izquierda; y se volverá a demonizar al PP, con el éxito ya visto en las autonómicas. Y a resistir todo lo que se pueda, porque lo que realmente importa es no generarle problemas a Sánchez, que suficiente tiene con lidiar con sus socios de gobierno, los líos judiciales de su familia y su entorno, el géiser Ábalos, el fiscal general, el aumento del gasto militar y una economía inflada por el gasto público pero contraída en familias y empresas.
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