Los delitos en la red se multiplican por cuatro: «No hay vuelta atrás»
La Fiscalía constata que cada año desde 2019 hasta 2021 se han doblado los hechos ilícitos a través de internet
La Guardia Civil pide prevención pero evita el alarmismo: en Galicia no hay estructuras cibercriminales asentadas
Santiago
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Iniciar sesiónLa pandemia no fue un punto de inflexión, pues la tendencia ya apuntaba al alza, pero sí tuvo un efecto multiplicador: en 2020, el año por excelencia del confinamiento, las estafas informáticas en Galicia se dispararon un 135 % respecto a 2019. De 405 casos ... a 953. Son datos de la Fiscalía Superior de Galicia, que, en la memoria de ese ejercicio, apuntaba a que «la pandemia del coronavirus y sus efectos restrictivos de movilidad pudiera haber motivado una especie de 'trasvase' desde la 'delincuencia tradicional' a la delincuencia informática'». Y esa nueva hornada de estafadores, que había cambiado la capucha y la ganzúa por los ordenadores y la fibra óptica, ya no necesitó volver a la calle para delinquir.
Los datos de la última memoria de la Fiscalía Superior de Galicia, a la que ha tenido acceso ABC, confirman que esa tendencia al alza se ha mantenido imparable pese al fin del confinamiento. De las 953 ciberestafas mencionadas de 2020, a los 1.784 casos de 2021. Es decir, un 87,19 % más. En definitiva, en dos años las estafas cometidas a través de internet se han multiplicado por cuatro. El sargento Alberto González, jefe del Equipo @ de la Guardia Civil en La Coruña, confirma que «la evolución de la ciberdelincuencia no tiene vuelta atrás». En una conversación con ABC, el responsable de esta unidad de la Guardia Civil especializada en la lucha contra el fraude en las redes no tiene duda de que «en los delitos por internet la tendencia es la de una subida progresiva».
Y González avala el diagnóstico de la Fiscalía sobre la adaptación a las nuevas tecnologías de una buena parte de los delincuentes comunes. «Se dieron cuenta de que pueden ganar dinero ilícitamente sentados en su casa cómodamente y con menos riesgos», explica el sargento. «No es lo mismo atracar a una persona en la calle a punta de navaja, que tiene muchos riesgos, que lanzar mil estafas a través de un portal de compra-venta. Con que piquen cinco personas igual consigues el mismo beneficio que con lo que hacías en la calle«, añade. El definitiva, el delincuente reconvertido a ciberestafador ya no volvió a callejear.
El catálogo de delitos asociados a las nuevas tecnologías es amplio y diverso —pornografía infantil, acoso, revelación de secretos, injurias, etc.—, pero el grueso, sin duda, lo constituyen las ciberestafas. Y dentro de esta modalidad, explica el jefe del Equipo @ de La Coruña, cabe diferenciar entre las más sencillas y las sofisticadas. A las primeras, que solo requieren de unos pocos conocimientos informáticos rudimentarios, son, precisamente, a las que se de dedican esos delincuentes comunes que dieron el salto a las nuevas tecnologías con la pandemia. Lo más típico, el ofrecimiento a través de portales de compra-venta de productos que en realidad no existen. Suelen ser estas las estafas más leves en cuanto a la cantidad de dinero que se sustrae, pero muy numerosas.
Modalidades sofisticadas
Por otro lado están los delitos contra el patrimonio más sofisticados. Los que requieren de una mayor capacidad técnica y son habitualmente definidos por su denominación anglosajona en función de la metodología empleada por los cibercacos para hacerse con los datos personales y bancarios de las víctimas: el 'phising', correos electrónicos enviados simulando ser, por ejemplo, una entidad bancaria. El 'smishing', modalidad similar pero a través de SMS o Whatsapp. O el 'vishing' , una estafa en dos pasos: tras conseguir los datos bancarios a través del 'phising', llaman a la víctima haciéndose pasar por su entidad solicitándole sus claves con la excusa de evitar una transferencia supuestamente fraudulenta. En realidad, el objetivo de llamada es el contrario: conseguir las claves para vaciarle la cuenta.
Con estas estrategias los desfalcos suelen más cuantiosos que en aquellas estafas de compra-venta más rudimentarias. Y para los investigadores también es más complicado identificarlos, pues a menudo cuentan con complejas estructuras y ramificaciones en diferentes países. «Cuanto más tecnificada es la estafa y más medios tecnológicos utilizan, más difícil es llegar a esos individuos», concluye el jefe del Equipo @ de la Guardia Civil en La Coruña. Además, a la par que los bancos perfeccionan sus sistemas de seguridad virtual, los ciberdelincuentes, a su vez, buscan nuevos y más complejos métodos para quebrantarlos.
Pero por mucha sofisticación tecnológica que hayan adquirido los delincuentes, una cosa está clara para los agentes especializados en combatir este tipo de delitos: «detrás de una ciberestafa, siempre hay un fallo humano». Por eso los investigadores dan una recomendación muy clara y concreta a los usuarios: si se recibe un mensaje del que se desconfíe, por mucho que parezca ser de una entidad bancaria u otra compañía de la que se es cliente, debe eliminarse al momento, sin abrirlo ni ejecutarlo, para evitar que los ciberdelincuentes 'se cuelen' en los teléfonos móviles, tabletas, ordenadores personales u otros dispositivos.
Llamada a la tranquilidad
Al igual que en resto de Europa —y del mundo—, en Galicia la ciberdelincuencia crece «sin marcha atrás». Pero la Guardia Civil manda un mensaje de tranquilidad. A diferencia de lo que ocurre en otras partes de España, como Madrid, Barcelona, o incluso Cádiz y Murcia, en Galicia no hay todavía organizaciones de delincuentes informáticos asentadas. Hay ciberestafadores, claro, y ramificaciones de organizaciones de otros lugares, pero no cuentan en Galicia con estructuras consolidadas de blanqueo, ni matones que amenacen a sus compinches para que paguen. Hay que prevenir, estar alerta, pero sin caer «en la alarma social», recalca el sargento.
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