La franja de Gaza y el Hospital Clínico

No cabe duda de que si tenemos que escoger entre acabar con la guerra Israel-Palestina o con los problemas para aparcar el coche, no hay color, que se termine el horror en Oriente Próximo que aquí ya nos iremos arreglando, pero resulta que en la esfera internacional ni pinchamos ni cortamos nada. Si nos preocupamos demasiado de los conflictos no resolvemos ni lo de aquí ni de lo de allí.

Esta forma de proceder quizá tenga mucho que ver la trayectoria histórica de la izquierda nacionalista. Siempre han sido así, amantes de la pancarta, de la asamblea de estudiantes y del piquete. En definitiva, más activistas que políticos y cuando les toca tomar decisiones se ven desubicados. Una concejala participaba esta semana en una concentración del sindicato CIGA para pedir mejoras para el profesorado. No se cierra ningún cole, no hay niños sin escolarizar, simplemente reclaman menos ratio alumno/profesor pero la convocatoria merece que un cargo institucional municipal acuda con el silvato. ¿Cómo se lo tomarían en el BNG si un conselleiro apareciese en una manifestación por problemas con los comedores escolares o con la limpieza viaria?

Todo el derecho del mundo a ir a donde cada uno crea conveniente, pero al ciudadano le queda claro dónde se encuentran cómodos de verdad. Es más fácil decir lo que va mal, lo que se puede mejorar, que solucionar problemas. Son el cuñado que tiene arreglo para todo menos para su casa. Igual que las Mareas de la década pasada.