Política
El viaje a ninguna parte de Ciudadanos en Galicia
Sin autocrítica tras el batacazo del 12-J, presencia en el Parlamento ni músculo municipal, Cs afronta en Galicia una travesía por el desierto con un final que se presenta poco halagüeño
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Iniciar sesiónEn las últimas elecciones autonómicas, el pasado 12 de julio, Ciudadanos obtuvo en Galicia el 0,75% de los apoyos. En votos, 9.719, frente a los más de 48.000 (3,3%) de la cita con las urnas de 2016. «Estoy absolutamente convencida del ... trabajo tan bueno que hicimos en esta candidatura», asegura, nueve meses después, la coordinadora y portavoz de Cs en la Comunidad, Beatriz Pino. Quien encabezó la candidatura del partido en aquellos comicios mantiene hoy, en conversación con ABC, que estuvieron «a la altura del momento político que estuvimos delante»,en unas «elecciones que fueron complicadas por el contexto [de pandemia] en el que se celebraban». «Tenemos que sacar pecho»y estar «muy orgullosos del papel que se hizo y de que este partido creo firmemente que sigue siendo muy necesario a nivel nacional;pero, por supuesto, en Galicia», reivindica.
En su radiografía del tablero autonómico, el de Alberto Núñez Feijóo, una docena de años ya al frente de la Xunta, aparece como «un proyecto político que ha funcionado durante un tiempo pero que está agotado y necesita ser cambiado y ser renovado, y creo que [en ese rol] Ciudadanos juega un papel importante». No es lo que dicen los números. El PPdeG, con Feijóo por cuarta vez al frente, no solo renovó su mayoría absoluta, sino que aumentó su vivero de escaños y pasó de 41 a 42. Ciudadanos, con su 0,75%, volvió a quedarse fuera de OHórreo, donde nunca ha obtenido representación.
La historia podría haber sido otra si la formación, ya entonces con Inés Arrimadas a los mandos desde Madrid, hubiera aceptado, como ofreció Feijóo, que alguno de sus dirigentes se adhiriera a las listas de los populares. Pero Cs se descolgó pidiendo cuatro puestos de salida, asesores propios y hasta una consellería, como en su momento informó este diario. Pino sigue manteniendo que el PP«nunca quiso sumar con nosotros» y remite a la línea roja que trazó Arrimadas de concurrir de forma conjunta tanto en País Vasco (donde así se hizo)como en Cataluña y Galicia (donde Feijóo siempre dejó muy claro que no renunciaría a unas siglas ganadoras). «Fue una lástima», insiste la coordinadora de Cs Galicia, que cree que «hubiese sido bueno» para el PP contar con su grupo como socio. La realidad revela que, con 42 escaños, el partido mayoritario en Galicia supera con holgura los 38 que se requieren para sacar adelante todos los proyectos legislativos que se cocinan en OHórreo. No necesita muletas para gobernar.
«Es innegable el acierto del PPdeG de no cederle el espacio que pretendían en nuestras listas», tercian fuentes populares. «La realidad es que en Galicia fueron unos precursores de lo que sería Ciudadanos en un futuro: nada. Aquí desaparecieron antes de llegar. Su debut en Galicia fue poniendo la franja de la bandera gallega al revés», recuerdan. «Desde entonces no han hecho nada del derecho. Han demostrado ser un partido poco fiable y de principios difusos», remachan.
Con tres años largos de legislatura por delante, Cs afronta una travesía por el desierto de la irrelevancia. Pero Pino transmite optimismo, con un discurso en el que no asoma ni un atisbo de duda. «En Galicia, Ciudadanos sigue haciendo lo que yo siempre digo que mejor sabemos hacer:que es trabajar y seguir empujando para conseguir ese objetivo que tenemos siempre presente, que es conseguir entrar en el Parlamento gallego», proclama de corrido.
En saco roto
Fuera de OHórreo, las «iniciativas» que presentan «día a día» tienen escaso recorrido. Quien fue ascendiendo peldaños, desde labores de comunicación a empuñar las riendas en la Comunidad, primero bajo el paraguas de Rivera y ahora con Arrimadas, afirma que son «perfectamente conscientes» de lo que conlleva no formar parte del centro de decisión de la política gallega. Habla de «presencia en 105 ayuntamientos» y de «casi 30 concejales». De nuevo, la realidad muestra que Cs, sin asientos en las Diputaciones provinciales, solo cuenta con representación en la vida municipal de dos de las siete ciudades, con apenas dos ediles tanto en Lugo como en Orense. Por el camino, bajas como la de Mónica Martínez en La Coruña o Montse Lama en la Diputación de Orense, que ahondaron la herida.
En la ciudad de As Burgas ejerce como concejal quien fue hombre fuerte y secretario de organización, Laureano Bermejo. «Galicia no es más que un reflejo de lo que está pasando a nivel nacional, no somos una isla», pondera en conversación telefónica. «Ahora mismo», apunta, Cs atraviesa «épocas complicadas, difíciles, y está en un proceso de reorganización y reestructuración interna», recuerda quien es también consejero nacional. Desde su posición, admite que «muchas veces todas las iniciativas que puedan proponer» en la formación naranja «caen en saco roto, habida cuenta de que no tienen esa representación visible en el Parlamento». Ve en la crisis de Cs «una oportunidad para tratar de esforzarse a nivel interno» y «hacerse eco de las reivindicaciones que hacen llegar los afiliados, que es (...) el músculo del partido». «En el momento en que los afiliados fallan, a lo mejor el partido tiene que observar qué es lo que está pasando», advierte.
En este punto, reconoce que «a nadie se le escapa que hay una cierta tendencia a que algunos afiliados hayan pedido la baja o se hayan marchado del partido», ahora que no transita «por momentos fáciles». ¿Hasta qué punto se ha dado una sangría en Galicia?Responde Pino:«No sabría decir exactamente el coste numérico como tal». «Lo importante», defiende, es que «contamos desde hace muchos años que este partido se implantó en Galicia con una red de afiliación muy estable y muy fiel».
«Cada vez que tiramos de la afiliación para cualquier cosa que necesitamos de ellos (...), dan buena cuenta de que están aquí y están a cañón con el partido», expone. Una visión que no comparte un antiguo afiliado, que prefiere no dar su nombre. «El trato con el afiliado de Bea no es bueno, porque fue jefa de prensa en Galicia y provocó muchas bajas con su manera de hacer las cosas en Pontevedra», afirma. Para Bermejo, «todas las decisiones afectan para bien o para mal, también en la comunidad autónoma gallega». «No es un hecho excepcional el que en Galicia haya más bajas que en otras comunidades autónomas», indica.
¿Hasta qué punto puede haberse producido un desencanto por falta de autocrítica? Preguntada por si se arrepiente de alguna decisión tomada ante el 12-J, Pino no enumera ninguna. Bermejo atempera;cree que todo depende «de quién vea» la asunción de errores. «A vista de un votante o afiliado descontento, puede parecerle insuficiente (...). El partido tiene la suficiente madurez ahora mismo para saber lo que tiene que hacer y —puntualiza— si no lo hace, tiene sus consecuencias. No me imagino que estén pensando en tener consecuencias negativas», matiza.
Lista de pecados
La de Orense no es precisamente la mejor hoja de servicios en el historial reciente de Cs Galicia. Tras las municipales del 19, el propio Bermejo vetó la continuidad de Manuel Baltar al frente de la Diputación, en un movimiento que no tuvo el menor recorrido. El pasado mes de febrero, Montse Lama, diputada provincial y edil en Xinzo de Limia, dio portazo a los naranjas al verse como «moneda de cambio» en nuevos movimientos para desbancar al presidente orensano. Ahora se siente, explica a este diario, «libre y orgullosa»de su decisión. Y desde la distancia, enumera los que, a su juicio, son los principales pecados que cometió su expartido. Primero: «La autocrítica en Cs no existe ni ha existido nunca . Las personas que conforman el partido, la mayoría no tienen experiencia y cero conocimientos de política. Y así está». Aparejado a esto:«No hay capacidad de escucha». Revela que habló en varias ocasiones con Carlos Cuadrado [actual secretario de finanzas], incluso un mes antes del 12-J. «Se lo dije: ‘No, no está bien organizado el partido, no hay estructura, no hay implantación en los territorios’ . Yo consideraba que no había que presentarse, no era el momento, no había partido, no había la fuerza suficiente para no hacer el ridículo». Respuesta:«Le entró por un oído y le salió por el otro».
El «gran problema» para Lama : «La falta de liderazgo a nivel gallego» . «Hay una continua colocación de personas a dedo desde Madrid», denuncia. «Eso es un gran error. El territorio lo conoce el diputado o concejal de turno». Incide:«Es evidente que no tienen los conocimientos suficientes para crear estructura. Un partido lo que necesita para ser alguien es empezar por abajo, por las bases. Es lo que te hace crecer. Cs empieza por el tejado. Hubo siempre esa incapacidad de asentarse en el territorio».
En paralelo, ve «una gran falta de humildad»;un «ego» por el que «creen que son mejores que cualquier concejal» , cuando «tenemos más experiencia»(11 años en el caso de Lama). «Te trataban como si fueras un cero a la izquierda», asegura, al tiempo que pone un ejemplo contradictorio:«Ni siquiera sabían lo que era un partido judicial». Todavía añade:«Es un partido que van de liberales y son el partido, tengo que decirlo así, más totalitario que yo he conocido y visto en mi vida». Lo dice por unos estatutos «tremendos». También por su experiencia:«Si discrepas un poco, ten cuidado». Compara el control que se ejerce sobre concejales y diputados con «una cuerda al cuello».
El futuro
Con el partido naranja en sus horas más bajas desde su fundación, y unas elecciones madrileñas en el horizonte inmediato que se presentan críticas para determinar su viabilidad, Pino reivindica que «si de algo sabemos, es de jugar con marcadores en contra» . «Hay que estar fuertes», dice. «A nivel autonómico el partido está inexistente», refuta Lama. «Hubo unos resultados autonómicos nefastos. Yno se hizo autocrítica». «El resultado fue previsible» y «dejó a Cs tocado». «Ahora mismo está inestable y no tiene el liderazgo que necesitaba en Galicia (...) porque no están las personas adecuadas». Producto, interpreta, de una «dejadez absoluta a nivel de estrategia y a nivel nacional. ConGalicia realmente nunca se involucraron. Los dejamos de lado y a ver qué pasa». Bermejo se declara «realista» y tira de un cliché del mundo empresarial para esperar un «revulsivo»:«En las crisis es donde realmente están las oportunidades». Desde fuera, lo que se ve es una «marca quemada» en toda España que condiciona cualquier pronóstico. «Ya no por lo mal que lo haces a nivel autonómico», comenta el exafiliado, que ve en los cambios del comité gallego, para integrar a los críticos (Olga Louzao), un movimiento «de cara a la galería». Debilidades de un partido «hecho un poco a bulto», confeccionado con retales de «otros». «Así es imposible». Lama tampoco les augura a sus excompañeros un futuro muy halagüeño: «Hubo muchas oportunidades para volver a empezar de nuevo. Han perdido esos trenes. Ahora ya están en un punto de no retorno . Ciudadanos creo que acabará desapareciendo».
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