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Feve, el hermano pobre del AVE

«Apunta ahí que no nos pueden quitar este tren. Dependemos de él. Estamos huérfanos de todo, neniño». Dicho de una u otra forma, los viajeros que una mañana suben y bajan de la treintena de paradas entre Ferrol y Viveiro lo repiten casi como una súplica.

Dolores y Ánxela, camino de Loiba, en una de los vagones del FEVE MIGUEL MUÑIZ
Abraham Coco

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Un problema de Matemáticas en un libro de texto de Educación Primaria podría resumir la situación de la línea Feve que comunica Ferrol con Asturias a través de las Rías Altas y A Mariña lucense . Por ejemplo: en la estación de partida suben dos pasajeros; en la de San Juan, cuatro; en Piñeiros baja uno y otro toma asiento; tres más que se incorporan en Xuvia se apean en Pedroso; al salir de San Sadurniño, solo queda un viajero. Uno más se agregará en Moeche y una pareja lo hará en Santa María de Mera. Los cuatro abandonan en Ortigueira, donde coge el tren idéntica cifra. Dos se van en Loiba, donde solo se añade un pasajero. En O Vicedo se apea uno y suben dos. «Próxima estación: Viveiro» . ¿Cuántos continúan su camino si no sube nadie?

El tránsito se observa un jueves, en el ferrocarril que parte de la ciudad departamental a las 10.45 horas y que llegará a Ribadeo a las 13:53 tras pasar por Xove, Burela y Foz. A bordo, al ver que dos de los pasajeros llevan cámara de fotos, libreta y bolígrafo y preguntan, repiten la misma consigna: «Apunta ahí que no nos pueden quitar este tren. Dependemos de él. Estamos huérfanos de todo, neniño» . Nadie les ha advertido que eso vaya a ocurrir, pero el «empeoramiento del servicio en los dos últimos años» les llena de sospechas. Aseguran que hoy hemos tenido suerte al completar el recorrido sin incidencias ni retrasos. Al regresar comprobaremos si corremos la misma suerte.

Berta es la primera en tomar la palabra. El día ha amanecido para ella en el cuartel de la Guardia Civil, donde se encarga de la limpieza y al que llegó en autobús. Ahora regresa a Narón, donde reside. Utiliza el Feve tres días a la semana como quien en las grandes ciudades emplea el Metro o el Cercanías. Aunque agradecería «mejores horarios, en especial durante los fines de semana» , no se muestra descontenta. El ferrocarril cuenta con dos vagones con 118 plazas de ocupación máxima, 47 de ellas de pie, indican los letreros informativos. En uno de ellos vuelven de la compra en animada conversación Xosefa, María Elba y Manolo. La primera queja parte de ellos: «No siempre hay revisores y eso no está bien porque para mantener el servicio, hay que pagarlo» . Lamentan también que «a veces llegan con retraso, sobre todo los que vienen de Oviedo y Ribadeo. Los que hacen trayectos cortos de Ferrol a Xuvia o San Sadurniño no tienen problemas».

El señor García ejerce hoy como interventor, aunque prefiere limitarse a cumplir su trabajo. A punto de las 11.15 horas, tiene poco. «Hasta Ortigueira no sube mucha gente», cuenta Juan, que viaja dos veces por semana a visitar a su madre a la residencia. Permanecerá con ella hasta última hora de la tarde y ya cruza los dedos: «La semana pasada el tren llegó con dos horas de retraso. Imagínate eso en invierno. ¿Quién se va a fiar de este tren?» .

Bus y taxi de emergencia

Teresa y Carlos son la pareja que se incorpora en la parroquia Santa María de Mera. «Esto está abandonado. Hay retrasos intolerables y los horarios son terribles. Alguien tendrá la culpa» , protestan mientras enumeran las demoras que han sufrido en las últimas jornadas. «Si tengo que ir al hospital a Ferrol, prefiero no arriesgarme y perder la cita. Le pido a mi hija que me lleve», detalla ella. Ocupaciones diarias como «ir al supermercado, al centro de salud o cualquier otro recado» les exigen tomar el Feve: «Es un servicio deficiente, pero necesario. ¡No todo va a ser AVE! ». De las dos frecuencias diarias del autobús en ambos sentidos «mejor no hablamos».

Quienes mejor conocen la realidad de esta línea de vía estrecha —y que optan por no aparecer con nombre— hablan de falta de personal ( «no se cubren ni las bajas» ) y de que «los horarios no están adaptados al usuario, sino al material y a los empleados disponibles. A veces hay más máquinas averiadas que en marcha». Casi todos los viajeros a bordo han tenido que completar alguna vez el recorrido en autocares o incluso en taxis de emergencia fletados por la propia Renfe.

Turistas y estudiantes

Si hubiéramos comprado billete para otro horario (por cierto, la ida Ferrol-Viveiro cuesta 6,65 euros) nos aseguran que el paisaje en el interior del vagón sería distinto. Medio centenar de estudiantes suelen viajar en el primero que llega a Ferrol por la mañana y en verano es muy usado por los turistas , que pueden acercarse a iconos como el banco de Loiba (al que internet ha encumbrado como «el más bonito del mundo») o la playa de As Catedrais. El «no hay billetes» se vive durante el Festival Internacional del Mundo Celta de Ortigueira, siempre mediado julio. Con los carros llenos de productos frescos recién comprados en el mercado de Ortigueira aparecen a mediodía Dolores y Anxela, que tomaron el tren de ida a las 08.30 horas y que también se declaran en manos del Feve para su día a día. «¿Esto para qué es? ¿Para que no nos lo quiten?», preguntan casi rogando.

Carlos y Teresa, tras subirse en Santa María de Mera M. MUÑIZ

Ambas pagan con sus tarjetas, pero muchos no pueden (o aprovechan para no hacerlo) por la ausencia de interventores o tornos de entrada y salida en los apeaderos . Tampoco hay venta a través de internet, tan solo horarios para consultar. Fuentes de Renfe exponen que en 2016 , el tramo Ferrol-Gijón de Media Distancia Feve registró 102.000 viajeros , mientras que los servicios de Cercanías contaron 72.700. En el primero se incluyen los dos servicios por sentido Ferrol-Oviedo y los cuatro Ferrol-Ribadeo. En los segundos, los 24 servicios por sentido Ferrol-Xuvia, los nueve Ferrol-San Sadurniño, los tres Ferrol-Cerdido y el de Ferrol-Ortiguera. También anotan mejoras en la pintura y las cubiertas de varias estaciones y andenes, algunos de difícil acceso para ancianos, obligados a ascender a través de numerosos escalones.

Inversión necesaria

Después de treinta paradas, se anuncia Viveiro, hasta donde se acercó hace pocos días Luís Villares, líder de la oposición para —en línea con las reivindicaciones de la Plataforma por la Defensa del Ferrocarril Ferrol-Ribadeo— denunciar el «desmantelamiento del servicio de Feve», que en A Mariña es indispensable para muchos pacientes del hospital de Burela. Frente a ello, reclamó el traspaso de la infraestructura, dependiente de Fomento, a la Xunta, y una inversión de 100 millones de euros . Diez minutos más tarde de lo previsto, el tren procedente de Asturias entra en la estación de Viveiro, con ocho personas a bordo que terminarán superando la treintena (en otro juego de sumas y restas) rumbo a Ferrol, a donde llega con media hora de retraso. Un parón en Cerdido es el responsable. Al haber una única vía, es preciso esperar en la estación a que pase otro ferrocarril. «¿Nos da tiempo a echar un pitillo?», preguntan al revisor. «¡Nos da tiempo a terminar medio paquete!» , responde Carmen, que ha salido con margen de sobra para garantizarse estar puntual en el dentista. Mientras se apuran cigarrillos, otra máquina aguarda a ser reparada en el andén. «Hoy ya no la arreglan porque hay tres más en el taller y tienen que venir a arrancarla» , explican a viva voz quienes más saben del asunto. «Las viejas porque son viejas y las nuevas porque han salido malas», replican. «Un metro para adelante y veinte para atrás. ¡Esto es siempre una odisea!», se despide Carmen.

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