El valenciano que ganó 80 millones de euros en la Lotería Primitiva

Es el caso de Javier Espinosa, vecino de la localidad valenciana de Bonrepòs i Mirambell, que acertó en 2019 los seis números y el reintegro del sorteo de la Primitiva, cuya probabilidad es tan solo de una entre 139,8 millones. A sus 51 años de edad, la vida de este autónomo cambió de la noche a la mañana tras adquirir el boleto vencedor del segundo mayor premio más grande la historia de este tipo de lotería.

Javier ganó cerca de ochenta millones de euros con los mismos números que juega desde hace treinta años. Algunos de ellos por supersticiones y otros por su amor incondicional a la ciencia -como el valor del número pi- y relacionados con su propia familia. La combinación ganadora estuvo formada por las cifras 7, 13, 23, 40, 41 y 49, mientras que el complementario fue el 16 y el número clave (reintegro), el 3.

El boleto agraciado fue vendido en la administración número 1 del pueblo de al lado, Tavernes Blanques, donde acudía con regularidad desde hacía veinte años. El titular del local, Miguel Ángel Santana, reconoció que la Primitiva «es el sorteo que más se juega aquí», con más de 500 participaciones vendidas cada semana, cifra que ascendió tras conocer el éxito del nuevo vecino multimillonario.

Su tienda, dedicado a la venta de materiales de fontanería que en 2019 cumplió veinticinco años de servicio al público, se encuentra en la ciudad de Valencia, donde tras conocer la noticia se formó una esplendorosa fiesta para celebrar un premio llegado como agua de mayo por las estrecheces económicas que estaba sufriendo él y su familia.

Hace una semana, la ciudad de Alicante vivía una historia parecida con una mujer que pedía limosna a las puertas de su un supermercado. Conocida por la gran mayoría vecinos del barrio de La Florida, esta nueva millonaria siguió en su «puesto de trabajo» incluso después del sorteo, pues no estaba segura «del todo» de si lo había ganado.

«Cuando vino el martes, como todos los días, a jugar su apuesta de un euro y nos dijo que creía que le había tocado, lo tomamos a broma, como tantas veces» explicó el propietario del Estanco 54 a ABC. «Además, como había estado pidiendo y traía bolsas con alimentos donados, parecía cachondeo», subrayó.

«Todo el mundo la conoce, se pone en en su puesto laboral desde las nueve de la mañana hasta las dos de la tarde y, al terminar, viene a por su Bonoloto y la Primitiva, y solo la puede atender mi mujer, no quiere que nos ocupemos ni mi hija, ni nuestra empleada ni yo», asevera