Según relata esta comensal en una crítica en el apartado de Google del restaurante, el responsable de sala se comportó de manera poco educada con ella y otra empleada durante su servicio. «Empezó a criticar mis tatuajes diciendo que eso era cosa de legionarios y presidiarios», narra incrédula.
«Acto seguido, cuando vino a tomarnos nota, me dice que si no quiero otro tatuaje y se pone a pintarme con su boli en el hombro», cuenta el cliente visiblemente enfadada con el trabajador del establecimiento hostelero. «No sé qué confianzas son esas de pintar el cuerpo de una clienta sin su consentimiento», subraya en la reseña.
Además, cuenta que «trató fatal a una camarera, llamándola incluso inútil en medio de la sala con todos los comensales delante». «El servicio, en definitiva, pésimo», concluye su crítica con una puntuación de una única estrella de cinco.
Las redes sociales han reaccionado negativamente al comportamiento del encargado del bar y han recomendado a la clienta que «hubiera llamado a la policía para denunciarle allí mismo». Muchos de los seguidores de Jesús Soriano no se han tomado bien que el empleado pintara en el hombro de la afectada: «me lo hace a mí y se lo traga», es la frase más repetida en este hilo de Twitter.
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