«Suite francesa» sale a la luz 62 años después de la muerte de Némirovsky
«Quería hace un fresco del periodo, escribir su propio «Guerra y paz», recuerda la hija de la escritora fallecida en Auschwitz en 1942 a propósito de «Suite francesa»
DAVID MORÁN
BARCELONA. Durante más de cinco décadas, el manuscrito original de «Suite francesa», el testamento literario de Irène Némirovksy (Kiev, 1903-Auschwitz, 1942) permaneció encerrado en una maleta que el marido de la escritora entregó a sus dos hijas cuando ésta fue detenida por ... los gendarmes franceses el 13 de julio de 1942. «Mi padre dijo que la maleta contenía el cuaderno de mamá», recuerda Denise Epstein, hija de Nemirovksy y responsable directa de que «Suite francesa» haya visto la luz 62 años después de su creación. La novela, editada por Salamandra en castella y La Magrana en catalán, narra el éxodo masivo que vivió París tras la caída de las primeras bombas sobre la ciudad francesa en 1940, relato que le valió el premio Renaudot en 2004, otorgado por primera vez a título póstumo.
«Estaba esperando el regreso de la propietaria de la maleta», apunta Epstein como explicación al más de medio siglo que separa la escritura de la novela y su publicación. «Si he esperado tanto es porque tenía que llegar a aceptar que jamás iba a volver», añade. De hecho, ni Denise ni su hermana Élisabeth (fallecida en 1996) consiguieron durante todos estos años reunir fuerzas suficientes como para leer lo que su madre dejó escrito antes de morir en agosto de 1942 en Auschwitz. «Tenía miedo de abrir el cuaderno; no sabía lo que contenía y no quería saberlo», asegura. Una vez enfrentada al texto, sin embargo, su reacción fue de «emoción comprensible». «Al principio no me di cuenta de que era una novela -señala-. Lo percibí más como un reportaje fotográfico de todo lo que había visto».
Asegura Epstein que lo más impactante de «Suite francesa» es «la enorme fuerza moral» que desprende. «Es la obra de una mujer que sabía que la muerte le esperaba y, aún así, se esforzó por describir todo lo que ocurría con una mezcla de frialdad y comprensión». Éste es, precisamente, el rasgo más destacable de una novela planteada como una construcción musical y con la que Némirovsky quería, según recuerda su hija, «escribir su propio «Guerra y paz»». «Quería hacer el fresco de un periodo que terminaría con el final de la guerra. De hecho, ya le había puesto título al quinto libro, y éste título era «La paz», aunque lo escribió entre interrogantes», relata Epstein a propósito de un libro que, en la mente de Némirovsky, debía tener cinco partes. Al final sólo pudo escribir las dos primeras y finalizar las notas de la tercera, material que, junto a algunas cartas escritas por la autora y su marido entre 1936 y 1942, perfila un conmovedor relato de la ocupación de Francia y sus consecuencias.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete