Un barquito chiquitito

Se podría decir que «4 bailes» es un texto fundacional en la producción dramatúrgica, literaria y cinematogràfica del autor de «Planta 4º», o «Mundo amarillo». Los primeros años de nuestras vidas deparan momentos áureos atravesados por la fatalidad. Los instantes de felicidad -la tortilla de patatas de la abuela, el olor de la madera de pino o el de la camiseta tras el partido de fútbol- han de convivir en el recuerdo con la enfermedad, la muerte del amigo o, en «4 bailes»», la desaparición -física e fotográfica- de unos padres que han dejado a dos hermanos huérfanos y desorientados. Espinosa encarna a un «canguro» que se cuida de una chica «especial» (Rebeca Comerma) durante las cuatro noches que su hermano (Andeu Rifé) dedica a clases de baile.

En esos «4 bailes», el canguro pasa del escepticismo a «una especie de amor» por esa niña mayor que conserva la textura de la infancia perdida. La canción de los Chiripitiflauticos, «El barquito chiquitito», se desgrana en diversos tonos.

Entre la «nana para nenes malitos», la reflexión sobre la memoria y el homenaje chapliniano de las bofetadas del payaso, Espinosa mantiene un precario equilibrio entre la ternura y el ternurismo. Los «4 bailes» brindan compases de lo uno y de lo otro.