En la villa de Antigüedad las casas saben latín

La idea fue de Andrés Román Mena, un profesor jubilado vecino del municipio. «Mi pueblo, como cualquier otro de Castilla y León, en invierno es muy triste. No se ve a nadie. Pensé que algo tenía que hacer para que las casas hablasen, fueran comunicativas, así que como se llama Antigüedad, se me ocurrió que lo mejor era utilizar el latín y así de paso inculcaba a su gente, la mayoría sin estudios, el origen de nuestra lengua», explica.

Para evitar errores en la transcripción, Andrés echó mano de su amigo Cirilo García, que fue profesor de latín y griego en la Universidad del País Vasco, y se pusieron manos a la obra. Una vez elegida por cada hogar la idea o frase, Andrés manda hacer las letras en cerámica a una empresa de Málaga y luego «dos chavales» del Ayuntamiento se encargan de ponerlas. Inicialmente pintaban la frase, «pero esto es más cómodo».

Cuenta este vecino de Antigüedad que primero comenzó por su casa, para la que escogió el que fuera el lema de la Ilustración 'sapere aude' ('atrévete a saber'). La idea gustó en el pueblo y «llevamos unas 60 frases» –a mediados de julio colocaron una docena–. Y no sólo rezan en casas particulares, también en edificios públicos. «La paz hace crecer las cosas pequeñas, la discordia destruye las cosas grandes», se puede leer en latín ('Concordia parvae res crescunt, discordia maximae dilabuntur') a las puertas del Ayuntamiento, alocución atribuida al historiador romano Salustio: «Me encanta porque es una síntesis de la democracia».

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Las hay también menos «filosóficas» como 'Arseniae coffea' ('El café de Arsenia') u 'Olim hic domini Bonifacii bothica fvit' ('Aquí estuvo antaño la botica de Don Bonifacio').

Admite su impulsor que la idea tiene una «pega» que tratará de subsanar. Las frases de momento no tienen traducción al castellano: «He prometido al pueblo que voy a sacar un folleto con todas las traducciones, significados, matices filosóficos e históricos...». Aún así, los vecinos siguen demandando mensajes para las puertas de sus casas. Incluso la gente joven, «un poco más indiferente» al principio, «poco a poco van entrando».

Opina Andrés que de continuar, podría resultar ser un «atractivo» más para este municipio de casi 400 habitantes, en cuyas afueras se puede ver el avión de combate F-4 Phantom II, cedido por el Ejército del Aire al Ayuntamiento en homenaje a dos pilotos de la zona fallecidos en la Guerra Civil. «Departamentos de Clásicas de los institutos podrían planear excursiones al pueblo para estudiar las frases», pone como ejemplo.

A este vecino le gustaría tener el respaldo de alguna institución, ya que por el momento gran parte del desembolso para llevar a cabo la idea sale de su bolsillo: «Se lo he dicho a la Diputación de Palencia y a la Universidad de Valladolid». Sí cuenta con el apoyo de Fernando Cantero, el alcalde, y de colaboradores como Esteban Abarquero. Quien sabe si algún día este municipio entra por ello en el libro Guinness. Andrés cree que el récord de leyendas en latín en un pueblo ya lo han batido.