un tiempo propio
Hora de hacer Política, con mayúsculas
España necesita recuperar el espíritu de la gran política. Aquella que piensa más en las próximas generaciones que en elecciones
La alargada sombra de la corrupción
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Iniciar sesiónEspaña atraviesa uno de los momentos más delicados de su historia democrática reciente. Las últimas semanas han sido testigo de intensos movimientos internos en los dos grandes partidos que, con luces y sombras, constituyeron los pilares de nuestra democracia desde la Transición. Sin ellos, no ... estaríamos donde estamos. Y, sin embargo, hoy se ven zarandeados por un clima político crispado, marcado por la corrupción, la desconfianza ciudadana y una tensión institucional creciente.
El Congreso del Partido Popular y el Comité Federal del PSOE muestran que ambos están activando sus engranajes para afrontar un curso político que se avecina áspero, bronco y sin margen para treguas. Pero más allá de la estrategia partidista, lo que vemos es un panorama preocupante: causas judiciales abiertas, comportamientos impropios por parte de dirigentes públicos y un descrédito generalizado que debilita a nuestras instituciones.
Mientras tanto, el Gobierno se mantiene gracias a una aritmética parlamentaria precaria y a unos apoyos de unos partidos nacionalistas que no tienen interés en cambiar de interlocutor. Saben que, con otro gobierno, sus expectativas de influencia y concesiones se verían notablemente reducidas. Por su parte, el principal partido de la oposición, pese a haber ganado las últimas elecciones generales, no logra articular una mayoría viable para una moción de censura.
En este contexto, ¿qué opciones nos quedan como país? La más lógica sería que quien tiene la facultad de convocar elecciones lo haga. Que escuche a los ciudadanos y les permita decidir si quieren continuidad o cambio, si avalan la forma de gobernar actual o desean una renovación en el liderazgo.
Pero si la decisión es agotar la legislatura, entonces urge algo igualmente importante: que los dos grandes partidos, pese a sus diferencias, se sienten, dialoguen y pacten un marco de estabilidad para los años que restan hasta 2027. España no puede permitirse una legislatura fallida. Ni a nivel interno, donde crece la desafección, ni mucho menos en el plano internacional, donde nuestra reputación como país moderno, serio y comprometido con la democracia se está viendo erosionada.
No será fácil. Requiere altura de miras, esa virtud que tanto se invoca y tan poco se practica. Requiere generosidad para ceder, voluntad para llegar a acuerdos, y, sobre todo, lealtad institucional para cumplir lo pactado. Porque si no hay responsabilidad compartida, lo que resta de legislatura corre el riesgo de convertirse en una travesía destructiva, con costes políticos, económicos y sociales muy difíciles de revertir.
España necesita recuperar el espíritu de la gran política. Aquella que piensa más en las próximas generaciones que en las próximas elecciones. Aquella que sabe mirar más allá del interés partidista, que no teme al adversario, sino que lo respeta, que busca lo que une y no amplifica lo que divide. Aquella que dialoga y no descalifica; que propone en lugar de insultar.
Es hora de volver a hacer Política, con mayúscula. La que construye, la que piensa en todos, la que sabe que el verdadero liderazgo está en servir, no en imponer. Aún estamos a tiempo.
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