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Los motivos tras la ruptura con la Iglesia de 16 clarisas de Burgos que se unen a un obispo excomulgado

El arzobispado alerta de «atentado de cisma» tras el anuncio de ruptura por parte de las religiosas de Belorado, que aseguran que se sienten «perseguidas»

Dieciséis monjas de Burgos abandonan la Iglesia católica por una disputa inmobiliaria: «Nos van a denominar herejes y locas»

El Arzobispado de Burgos prohíbe la Eucaristía en los monasterios de las monjas que han renunciado al Papa

Una de las religiosas del convento de las clarisas de Belorado (Burgos), este lunes asomada a una de las ventanas del cenobio r. ordóñez
Isabel Jimeno/Pedro Sedano

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Las clarisas de Burgos rompen con la Iglesia, reniegan del Papa, asumen que con este movimiento las llamarán «herejes» y desde la diócesis hablan de «atentado de cisma». Todo después de que este lunes a primera hora las monjas de Belorado distribuyeran por mensajería instantánea a sus más próximos una carta de abandono en la que hablan de «persecución» apuntando directamente «a Roma», acompañada de lo que titulan Manifiesto Católico en el que dejan clara su intención de sumarse a la doctrina de quien consideran «obispo legítimo de la Santa Iglesia Católica», Pablo de Rojas Sánchez-Franco, excomulgado en 2019 precisamente por quien hoy es arzobispo de Burgos, Mario Iceta, cuando estaba al frente de la diócesis de Bilbao.

Ese manifiesto, pero no la carta, es lo único que, tras los requerimientos eclesiásticos, ha llegado de forma oficial al arzobispado de Burgos, desde donde han evitado entrar al choque directo, aunque monseñor Iceta sí ha dado instrucciones a sus sacerdotes de no celebrar la Eucaristía ni en este cenobio ni en el de Santa Clara de Orduña (propiedad de las clarisas de Vitoria), además de «exhortar» a los fieles a que «se abstengan» de participar en sus actos litúrgicos. Este lunes estaba previsto el primero, pero no se ha celebrado, con los feligreses a la puerta cerrada. El asunto ya ha sido comunicado a la Santa Sede, entre otras instancias católicas.

Las relaciones han explotado ahora públicamente, ante la «perplejidad» del capellán que atendía esta comunidad, que «nunca» había trasladado su «disconformidad», según el arzobispado. Pero, reconocen también, que ya el 24 de abril arrancó una «investigación» junto a los obispos de Vitoria y Bilbao –comunicada al Vaticano– que tenía bajo la lupa a esta congregación. Fue tras la «reunión urgente» requerida el día 13 a Iceta desde la Federación de Nuestra Señora de Aránzazu (Cantabria) a la que pertenece la de Belorado por su «sospecha de una posible comisión de delito de cisma», aunque no han detallado los motivos. Este lunes, esa ruptura ha comenzado a tomar cuerpo tras la difusión de sendos documentos por parte de las clarisas burgalesas, a quienes desde el arzobispado ha advertido «de la gravedad del acto y de la pena canónica en que incurren». Eso sí, por el momento apuestan por «tener un diálogo para esclarecer los hechos». «Nuestra actitud es de total escucha, mediación e intento que esta situación se consiga revertir», han señalado en una rueda de prensa pocas horas después de difundirse los texto.

El origen de este portazo, sostienen las religiosas, la «persecución» que sufren y los «palos en la rueda a nuestra comunidad en todos los frentes», desde «su fama y su avance» a las «decisiones».... «Se han ido sucediendo acontecimientos de mucha envergadura, que han ido golpeando el alma de las hermanas contemplativas, un alma habituada a la profundidad», se quejan. Un bombazo cual 'culebrón' con propiedades de por medio, una madre abadesa –sor Isabel de la Trinidad– a quien el día 27 le expira el cargo sin posibilidad de repetir y con la que la comunicación no resulta fácil, un excomulgado de la Iglesia que lleva tiempo dejándose caer y 'querer' por el convento y que tiene un 'sacerdote' nominado, José, que finalmente no ha oficiado la misa programada habitualmente los lunes a las 18.00 horas.

«Mutismo»

Las religiosas aseguran que están «bloqueadas desde Roma por no querer concedernos licencia de venta del convento de Derio». Lo de las propiedades, aseveran, «debe ser muy goloso para algunos», pues ese «telón de fondo de artimañas de las que hemos sido objeto estos años». «Es un modus operandi, desmontar comunidades 'de línea tradicional' y quedarse con sus inmuebles y venderlos», sostienen en la polémica carta unas religiosas conocidas hasta ahora por sus apreciados dulces y chocolates que se sirven en restaurantes con estrella Michelin.

El cenobio vasco de Derio es suyo desde 2013 y su comunidad se trasladó en 2020 al de Orduña. Por lo que «ni es competencia del arzobispado de Burgos» ni han recibido comunicación al respecto, defienden desde la diócesis que dirige Iceta. En 2020, burgalesas y vitorianas llegaron a un «acuerdo de compra-venta» por 1,2 millones, «pero nunca se ha hecho ningún pago» más allá de la aportación inicial de 100.000 euros. Sin más movimientos hasta que el pasado marzo la abadesa aseguró tener un «benefactor» que «comprará» el templo, pero «mutismo absoluto» ante las reclamaciones del arzobispado para saber de esa persona. De hecho, añaden, el asunto está en los juzgados desde principios de mes, cuando sor Isabel respondió a la petición desde sus colegas de Vitoria de rescindir la adquisición del monasterio de Orduña entregando un pliego en el que reclamaba 1,6 millones por las obras realizadas y un «30 por ciento por daños y perjuicios».

En sus extensos y polémicos textos, las monjas cuestionan el «pertinaz silencio» y «aquiescencia de los pastores, dejando a las solas, sin protección ni defensa frente a los lobos», hablan de «caos doctrinal y moral» que «se ha embravecido» y muestran «una duda sobre el que dirige la barca de Pedro y sus inmediatos colaboradores». «Nos van a denominar herejes y cismáticas, locas y muchas cosas más, muy calumniosas y desagradables», sostienen en el manifiesto en el que aseguran que su último Sumo Pontífice «válido» fue Pío XII y acusan a los papas posteriores de herejías. La única firma, la de la abadesa, por lo que desde el arzobispado reclaman saber si lo suscriben todas. La salida es «por unanimidad», según aseguraba vía telefónica una de las religiosas al arzobispo, que no lograba hablar con la abadesa.

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