Luis Alberto de Cuenca: «Mientras esté el hombre sobre la tierra, habrá poesía»

En su poemario, Luis Alberto de Cuenca sigue los dictados actual fase de producción literaria, «una poesía de corte epigramático, con sorpresas finales, en ocasiones con cierto virtuosismo métrico, y en este caso también con un elemento popular respecto a las soleares». Y también, añade, «obedece a la salida de la pandemia». Todavía con alguna alusión a ese largo tiempo «encerrados», pero ya «un libro libre, de salir a la calle, de hacer lo mismo de siempre», destaca. «Un libro polifónico, con partes que a veces nos parecen dispares pero acorde con la idea de la poesía de este autor», ha destacado del trabajo galardonado Antonio Colinas, uno de los miembros del jurado, coordinado por Juan Manuel de Prada.

Convencido de que «se puede hacer poesía que llegue a todo el mundo», también a los niños, el veterano poeta, traductor y filólogo confiesa que «no» le parecen «mal» esos juegos que ganan adeptos entre los jóvenes retándose a hacer canciones a partir de una palabra. «Cualquier cosa es buena con tal de vigorizar la poesía». Y, en el fondo, añade, está «emparentada» con la música.

Más escéptico, sin duda, sobre lo que la Inteligencia Artificial (IA) puede brindar. «De momento, no es ninguna amenaza. No sé lo que deparará el futuro«, apunta el también colaborador de ABC, que tras la »prueba« hecha por unos amigos con sus poemas, sentencia: «Ha salido algo horroroso». Por ahora, toca «abstenerse» de adentrarse en esos mundos que deja para «las nueva generaciones». Ésas que usan más el digital, «para mí algo inferior», reconoce, que el papel. Aunque, subraya, «lo importante es leer».

Pero, «creo que se ha abusado mucho del formato digital«, apostilla. »Todo el mundo cuelga sus poemas en la red y, a veces, son horribles«. »No hay un criterio de excelencia que permita prohibir que se publiquen cosas malas en la red. Tendrían que ser todas con un mínimo de calidad. La red lo que ha hecho es confundirlo todo, lo bueno y lo malo. Y eso no está bien«, concluye.

«El poeta nace, no se hace», tiene claro. «Lo que pasa es que luego muchas personas no escriben ni un solo verso. Puede ser perfectamente poeta sin obra poética«, defiende, convencido de que »en la genética humana existe un gen poético que anima a seguir practicando ese deporte de escribir poesía«. Así que un género que lleva años muriendo »y los que te rondaré, morena« durará »toda la vida«: «Mientras esté el hombre sobre la tierra, habrá poesía».