La Junta refuerza la atención en salud mental juvenil ante una demanda «disparada»

La Junta reconoce que este es un aspecto que preocupa, y mucho a la administración a la vista de los datos de personas atendidas y por ello realizará un «esfuerzo adicional» en poner en marcha nuevos sistemas de atención para esta franja de edad. Así, a la unidad de ingreso de salud mental infanto-juvenil y el hospital de de día psiquiátrico para este colectivo que existen desde hace años en Valladolid, se unirá en las próximas semanas un centro en Salamanca al que acudirán aquellos pacientes que revisten cierta gravedad, pero que no requieren un ingreso permanente. Así, el nuevo hospital de día salmantino arrancará con 20 plazas este mes de marzo y seguirá la estela del vallisoletano, donde acuden jóvenes que realizan terapia, actividades y son atendidos de forma individualizada por un equipo formado por psquiatras, psicólogos, terapeutas, enfermeros y trabajadores sociales durante una o varias jornadas a la semana, pero continúan también con sus rutinas, como acudir a clase o pasar la noche en sus domicilios.

Su misión será «evitar los ingresos» completos y hacer más fácil la transición para aquellos que sí han estado hospitalizados. El jefe de Psiquiatría del Complejo Asistencial de Salamanca, Carlos Roncero, explica que el centro ha visto incrementarse la demanda de atención en esta población entre un 30 y 40 por ciento. «Todo a raíz de la pandemia», relata, y «vemos casos muy complejos».

«Cada vez llegan más pacientes jóvenes con problemas de este tipo a urgencias»

Carlos Roncero

Jefe de Psiquiatría del Complejo Asistencial de Salamanca

La intención del Gobierno regional es, además, poner en marcha otras dos infraestructuras de este tipo en las provincias de León y Burgos. De hecho, ya se están realizando los estudios para su implantación, aseguró hace días el presidente de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco, durante la inauguración de una jornada sobre salud mental juvenil en Salamanca. Se pretende responder a una demanda de los propios profesionales, que han visto como sus pacientes se multiplicaban en los últimos tres años, y contener esa importante subida con un mecanismo que no requiere la hospitalización, si bien los psiquiatras que se dedican a tratar a los más jóvenes consideran que sería adecuado aumentar también el número de camas de ingreso. La unidad que existe en Valladolid dispone ahora de diez –antes eran ocho– para chicos de toda Castilla y León.

Y es que la lista de espera a día de hoy es permanente, con hasta quince pacientes aguardando poder ingresar durante esta misma semana. En estos casos, los menores de 14 años que esperan una plaza ingresan en las plantas pediátricas y a partir de esa edad, en las de psiquiatría de adultos de cada uno de los hospitales.

Se preveía un pico de la demanda de atención. «Todos sabemos que las circunstancias estresantes, como las que se vivieron en la pandemia, repercuten en la salud mental, pero no pensábamos que iba a llegar a tanto», señala la responsable de la unidad de salud mental infanto-juvenil en Valladolid, Soraya Geijo, que asegura que la petición de ayuda se ha «disparado». Un incremento que se ha visto tanto en consultas, como para el resto de los recursos.

 Los trastornos de la conducta alimentaria han sido de los que más se han incrementado. «Se han multiplicado por seis los casos atendidos desde 2019 al año pasado», detalla. Entre ellos, hay pacientes que requieren de una hospitalización «prolongada». «Lo normal es que no baje de un mes», subraya, una circunstancia que supone irremediablemente que la lista de espera «crezca».

Aún más que de la patología anterior, con un incremento «brutal» tratan casos de jóvenes que «se autolesionan, algunos con ideación suicida». No todos tienen intención de quitarse la vida, subraya, pero todos «requieren atención porque tienen un malestar muy importante». De hecho el haber intentado provocarse la muerte, es «uno de los motivos de ingreso más frecuentes». ¿Las razones? «Muchos no saben explicar lo qué les pasa. Algunos te dicen que el dolor físico les alivia el dolor psíquico». Problemas familiares, de relación con iguales, un desamor o casos de 'bullying' suelen estar detrás. Ese fue el caso de las gemelas de Sallent, en el que una de las dos llegó a fallecer cuando se precipitó junto a su hermana por el balcón o el del estudiante con autismo de Tarragona, que se recupera ahora de sus lesiones. Ninguno de los atendidos en Valladolid ha tenido un desenlace fatal, pero son «muchos» los casos de acoso escolar que están viendo con adolescentes que «están sufriendo mucho» y «algunos» sí llegan a plantearse el suicidio.

«Es importante ser sensible a este tipo de realidades porque generan gran malestar y sí existen», insiste la psiquiatra. «Existe esa visión de que al niño y al adolescente nunca le pasa nada porque es una época feliz y no siempre es así. A veces vemos realidades muy, muy duras», asegura. «Hay que darle su espacio, hablar con él y darles su importancia. A veces algunos padres pueden minimizar lo que está ocurriendo», considera consciente de que es importante «encontrar el equilibrio», pero «hay que escucharlos» porque «muchas veces hay mucho malestar detrás». Llama la atención, explica Geijo, que muchos tienen un componente «común», las redes sociales.

«Antes el bullying se hacía cara a cara», indica, pero ahora ha saltado a un lugar en el que las mofas o las amenzas son públicas y en muchos casos sin el conocimiento de los padres. «Los límites tienen que estar, como el control parental», considera, antes de advertir a los progenitores de que el móvil en manos de menores puede convertirse en «algo muy peligroso». 

Continúan –aunque en mayor medida– los trastornos por ansiedad que llevan a «crisis de angustia». a no poder afrontar realidades cotidianas o los trastornos por déficit de atención e hiperactividad (TDAH). que siguen siendo «muy numerosos».

«Existe la visión de que la adolescencia es una época feliz, pero no siempre es así»

Soraya Geijo

Responsable de la unidad de salud mental infanto-juvenil en Valladolid

También han notado este incremento en la demanda en los servicios de urgencia. «Antes lo raro era que en psiquiatría viniera un niño a urgencias y ahora lo raro es que un día no venga alguno». Un escenario que también contemplan desde el Hospital de Salamanca. «La atención a estos pacientes en urgencias ha crecido mucho», asegura su jefe de servicio de Psiquiatría.

Llegan hasta allí cuando la situación es límite, reconocen. Y es que en ocasiones la ayuda no se pide hasta que no llega una situación extrema. Quizá por miedo o por el «estigma» que aún acompaña a estos pacientes y a la especialidad, indica Geijo. «A veces se tarda mucho en acudir y hay cosas que se podrían haber evitado», lamenta,

También en Salamanca ven cada vez con más frecuencia jóvenes con intentos autolíticos y con trastornos de conducta alimentaria. En la unidad específica de la que disponen, llegan «ahora más jóvenes, incluso con ocho y diez años».