buenos días, vietnam
La ventana indiscreta
Que a una mujer no se la llama «puta» no lo enseña la Fiscalía, ni el ministerio de turno, ni la visión paternalista del feminismo de todo este Ejecutivo y parte de la oposición, lo enseñan los padres en casa sin posibilidad de delegar
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Iniciar sesiónSon malos tiempos para ser mujer, para ser adolescente y para ser hombre. Época peligrosa para decir lo que uno piensa, incluso para escribir sin que le fiscalicen todas las minorías de diversísimas sensibilidades -faltas de ella- desde su prisma como si no cupiese ninguna ... más. Corren años pésimos para todos aquellos que no queremos ser ministros. Corren malos tiempos, pero peores eran hace cuatro o cinco años cuando se quemaba en la plaza mayor de Twitter a cualquiera por machista aunque sólo hubiese dicho que hombres y mujeres no son iguales biológicamente. Y se montaba alrededor de él un carnaval pagano para asegurarse de que ardía bien: ¡por hereje!
España se jodió el día que los adolescentes dejaron de querer ser toreros, futbolistas o astronautas para querer ser influencers. Pero la hecatombe pasa porque el Gobierno está intentando soterradamente que las próximas generaciones estén repletas de críos que sólo puedan aspirar a ser ministros de Igualdad. Por suerte, como siempre, el Gobierno va por un lado y la vida por otro. Así se explica que tengamos a Pedro Sánchez, a Alberto Núñez Feijóo y a todo el que quiere ser ministrable en España pidiendo la ejecución pública de los catetos que gritaban -toda clase de estupideces- por las ventanas de un colegio mayor -problema menor- de Madrid mientras ellas respondían desde las de enfrente. Cuánto han perdido los diálogos entre hombres y mujeres ahora que no los escribe Zorrilla, que para la secretaria de turno de Igualdad que lo desconozca es el apellido del más afamado de los poetas españoles del XIX y vallisoletano a la sazón.
Que a una mujer no se la llama «puta» no lo enseña la Fiscalía, ni el ministerio de turno, ni la visión paternalista del feminismo de todo este Ejecutivo y parte de la oposición, lo enseñan los padres en casa sin posibilidad de delegar. Pero desde que los hijos son del Estado -Isabel Celáa dixit-, vamos de mal en peor. Con la clase política, la Fiscalía y la madre que les parió más preocupados por una piara de adolescentes en celo que no supone ninguna novedad -sólo que ahora todo queda grabado- que por la deuda disparada, las familias endeudadas y el Banco de España hundiendo las previsiones económicas del Gobierno demuestra que esto no tiene arreglo. Hemos perdido tres días y seis telediarios más.
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