Buenos días, vietnam
Jamón, jamón
El jamón no paga la hipoteca, pero alarga la vida. Jamón de cerdo con andares de modelo y carne veteada… Unas vetas mejor puestas que las mechas de una sevillana a partir de los cuarenta
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Iniciar sesiónBuscan periodista con urgencia, de hoy para mañana, para comer jamón. Todo a gastos pagados. No para escribir notas de prensa, ni sendos tratados sobre las virtudes del cerdo, sino sencillamente para comer jamón. Sorprendentemente lo hablamos entre varios y nadie puede, todos estamos ocupadísimos, ... preocupantemente imposibles. Nos miramos con cara de asco, tenemos la agenda gestionada por un artificiero.
Dejamos a los cerdos en la dehesa. Solos, como un adolescente los domingos que amanece cabreado porque coquetea con el veganismo mientras su familia se sienta a la mesa a comer un solomillo Wellington. Los cerdos solos con sus soledades y nosotros solos y desnortados, produciendo como cerdos que no probarán el jamón. Hemos perdido las prioridades. Estamos empeñados en el protocolo de Kioto, en agradar a Greta, en que el Santander gane un veinticinco por ciento más cada trimestre, en pintar otra obra maestra para que algún bárbaro la vandalice, en no fallar ni un sólo día en el gimnasio, en subir un comentario ingenioso a la redes, en que nos crezca el pelo que se nos cae peregrinando a Estambul, en beber menos por si tenemos el hígado graso, pero no somos capaces de parar un día y marcharnos sin dar explicaciones a nadie a comer jamón. Un día, tan sólo eso. No hablo de dejar a los hijos desatendidos, hablo de salir antes de trabajar. De no pedir permiso, de dárnoslo nosotros mismos conscientes de que el mundo no se va a hundir en nuestra ausencia. Saber que no somos imprescindibles. Tener claro que somos prescindibles sin que dañe nuestra frágil autoestima.
Tampoco dejaría hijos desatendidos en verdad porque no los tengo. Yo paro columnas. Escribir es tener el placer -y el dolor- siempre enfocado en parir otra columna más. Como vengan, incluso de nalgas; sobre todo éstas. Cojo el AVE no para ir a Madrid, si no para escribir artículos por el camino. Vuelvo a Valladolid para escribir otro artículo más. La Mudarra es un artículo que -por suerte- no se acaba nunca.
Pero aquí estamos: sin jamón y con artículo porque a pesar de todo hay que escribir. Hay que producir artículos pata negra, cortarlos fino, entrar a cuchillo…
El jamón no paga la hipoteca, pero alarga la vida. Jamón de cerdo con andares de modelo y carne veteada… Unas vetas mejor puestas que las mechas de una sevillana a partir de los cuarenta.
Un español sólo habría preguntado si había vino también. Nosotros… Nosotros somos europeos empeñados en producir. La vergüenza de lo que otrora fuimos, que no tiene nada que ver con la adrenalina, «sino con la alegría interior de los hombres».
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