Tras los pasacalles, la misa y la procesión a la Virgen por la calle del pueblo, comienza el momento más esperado, cuando el grupo de danzantes encabezados por el Bobo, el mayoral y el rabadán ejecutan varias danzas antiquísimas, con largas varas y al ritmo de la dulzaina, las castañuelas y el tamboril. Tras los bailes, los integrantes de este grupo pregonan en verso y con cierta ironía la crónica del año, bajo el regocijo de los asistentes.
El momento cumbre es cuando el personaje principal de la escenificación, el Bobo, que viste ropas extravagantes y una máscara, se dispone a danzar en torno a un dujo, que es una colmena hecha en el tronco hueco de un árbol. En una primera parte, subido al dujo, lee unas coplillas, que son las más esperadas de la representación y, luego, tras muchas cabriolas, la colmena cae al suelo, salta la tapa y del interior aparece un gato asustado, que el bobo intenta coger y el animal sale asustado entre el numeroso publico.
Un año más se vuelve a cumplir la tradición, gracias a los esfuerzos de muchas personas del pueblo que luchan para que nuestras tradiciones continúen, informa Ical.
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