TEATRO
Ricardo III en clave expresionista

Entre los días 11 y 13 de febrero el Teatro Calderón de Valladolid acoge la primera incursión de Atalaya Teatro en la dramaturgia de Shakespeare con una revisión de Ricardo III, a cargo del director y fundador de la compañía Ricardo Iniesta. Atalaya comenzó su andadura en 1983 y desde entonces, con elencos renovados, ha mantenido una línea de trabajo coherente, impuesta por el director y su hermano Carlos, en la que su objetivo ha sido realizar un teatro diferente al comercial que se exhibía en la década de los ochenta en los escenarios españoles, tomando como referencias las enseñanzas de Eugenio Barba y los espectáculos del Odin Teatr, y las de otros creadores como Peter Brook, Tadeusz Kantor o Heiner Müller.
De estos directores, así como de la aproximación a la metodología de Laban y a la biomecánica de Meyerhold, Atalaya se rotura con un trabajo expresivo y corporal, que plasma en la gestualidad y el movimiento las sensaciones que les producen las palabras de los textos que llevan a escena; de Barba conserva la construcción de una partitura gestual, tomando como punto de partida las improvisaciones que se realizan en los largos talleres de trabajo (más de 150 días de ensayos les ha llevado levantar este Ricardo III).
Toma de postura
A partir de 1986, Atalaya presenta un conjunto de trabajos, con diferentes concepciones en su estética, pero enmarcados por las siguientes referencias: el rechazo de cualquier atisbo naturalista; el trabajo del actor realizado con rigor y basado en un entrenamiento cotidiano; la experimentación para captar la emoción del espectador; y el compromiso con la sociedad, pues concibe el teatro no sólo como lugar para la diversión, sino como espacio para la reflexión y la toma de postura.
Los textos escogidos por Iniesta los entresaca de los grandes títulos de la literatura universal, porque la riqueza y fuerza que contienen, le permite desarrollar un teatro que descansa sobre cuatro tipo de lenguajes: el onírico donde Lorca les puso sobre la pista con Así que pasen cinco años y El público; el lenguaje político y social a partir de las lecturas de Maiakovski o Müller; el lenguaje grotesco inspirado en Valle Inclán o en el Brecht de La ópera de Tres Centavos; o el lenguaje apoyado en la grandeza de la tragedia griega, a la que se ha acercado de la mano de Müller.
Crueldad sádica
Precisamente la incursión en la tragedia griega (han representado Elektra y Medea) y el aprendizaje como dramaturgista con Heiner Müller le han resultado de gran utilidad a Ricardo Iniesta para la creación de este Ricardo III, donde se potencia el desmesurado afán de poder del protagonista, capaz de arrasar vínculos y relaciones de todo tipo con tal de conseguir sus objetivos personales, que ejerce de forma tiránica. La versión respeta el texto original, aunque lo abrevia bastante, y lo desliza hacia un expresionismo que agudiza los rasgos de crueldad sádica de Ricardo III.
El espectador en este montaje también percibirá muchas de notas comunes de sus puestas en escena: una escenografía objetual y significante, con elementos que, manejados por los actores, crean poderosas imágenes; un diseño de luces marcado por la sucesión de claro oscuros y que crean un sinfín de atmósferas que impactan al espectador; y la música enhebrada al espectáculo. La escenificación se desarrolla con mucho ritmo, sin dar tregua hasta que se consuma la tragedia final, a la que contribuye la energía derrochada por los actores, en un trabajo donde se combina lo coral y el trabajo individual.
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