Guillermo Garabito - Buenos días, Vietnam
Asuntos culturales
«Eres poco dado a actividades rentables», dice mi amigo Mario
Dicen que no hay cultura y vamos de sarao en sarao en Valladolid. La ciudad parece tener esa maldita costumbre de apelmazar todo en el calendario el mismo día. Otros, simplemente, pasan desapercibidos… sin nada que reseñar. Este verano, que es verano sin que ni ... siquiera haya dado el 23 de junio, a falta del anuncio de Estrella Damm -que está de capa caída desde hace un lustro- está la velada musical de la Fundación Godofredo Garabito -y van once ediciones-. Hay legislaturas mucho más cortas, gobiernos menos estables. Ya no saben los girasoles si espigar hacia los cielos o morirse en el intento con este calor que nos asola y nos devuelve la vida al mismo tiempo, porque el españolito que llega al mundo sólo vive cuando se queja.
Pero esta es Valladolid y no es Madrid. Valladolid con el curso de un río cultural que aparece y desaparece como el Guadiana, de épocas donde nada merece la pena y tardes de gloria donde uno no tiene el don de la bilocación para desgracia. Sequía donde se echa en falta alguna tarde ajetreada y cultural que nos saque de casa en mitad del invierno, en plena primavera, en lo que queda de este verano que aún no ha empezado. Cuando sea. Como aquellas otras de hace medio siglo con Paco Martín Abril, mi abuelo, Nicomedes, José María Luelmo, Carmen Isabel Santamaría del Rey, Joaquín Díaz… la Casa de Cervantes al completo. Tantos nombres de un valladolid casi extinto por donde corría la famosa frase de: «A las ocho de la tarde o das una conferencia o te la dan». Y así sigue Valladolid, igual pero distinta. A las ocho de la tarde das una conferencia y la dan otros cinco o no hay nada interesante hasta el mes que viene. Eso nos pasa: que premian a Rafa Vega, Sansón, preboste de los periódicos, humorista mío y suyo, señora, en el Ateneo de Valladolid. El Ateneo, que es esa institución perdida y olvidada de la ciudad que siempre está a punto de resucitar. Y menos mal que nunca se muere. Ese Valladolid en el que parece que las Justas Poéticas con remembranzas del siglo XIX y encanto con aire baudeleriano están a punto de volver. Ya sólo nos queda insuflarle un soplo de vida a la Real Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción.
«Eres poco dado a actividades rentables», dice mi amigo Mario. Eso se lo escribió mejor Nicomedes Sanz y Ruiz de la Peña a mi abuelo en un soneto: «Qué Dios te pague, como yo le pido / estas, hogaño, anómalas virtudes / de mecenas e hidalgo bien nacido». Escribir ya no da para nada y mucho menos para vivir. Es asunto de románticos e imprescindiblemente mal pagado.
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