El drama del PP leonés

Muchos cargos comarcales y electos cuando entran en animada tertulia sacan a relucir la figura de Isabel Carrasco. Sí, inaudito pero cierto. El «te acuerdas cuando Isabel esto o lo otro», se repite en las tórridas sobremesas de los conciliámbulos populares. Estamos de acuerdo en una sola cosa, Isabel tenía a este partido engrasado y listo para cualquier reto porque, nunca lo olvidemos, funcionaba como una empresa donde había una cabeza bien visible e incuestionable. Pobre del que llevara la contraria…

Su sucesor accidental, Eduardo Fernández, ahora sorprendentemente alejado de cargos políticos, sólo tuvo que abrir un poco la mano a otros sectores no isabelinos para conformar unas candidaturas entre la continuidad y la recompensa por la paciencia de los «apartados» en la anterior etapa. Y en estas estábamos cuando la dinámica política nacional propició la caída de Rajoy y el consiguiente nuevo escenario con líder nacional a estrenar, la lucha fraticida y un tanto esperpéntica por el cetro regional entre Silván y Mañueco, la revitalización de la figura de Juan Martínez Majo y Ángel Calvo, alcaldes y diputados provinciales y así hasta llegar hasta la última junta local. El PP leonés abrió una etapa de cambio que se ha quedado literalmente a medias debido a este tsunami socialista habido en la provincia de León. Ni Diputación, ni Consejo del Bierzo, ni ayuntamientos claves como León, Ponferrada, Astorga, Bembibre…Si hasta el propio Majo perdió después de dos décadas su alcaldía en Valencia de Don Juan.

Las siglas tiraban a la baja, la bicefalia Majo-Silván no se entendía, los desaciertos con los candidatos locales se sucedieron, y el grupo de la difunta sigue reteniendo cuota de poder.