El agua de las Lagunas de Villafranca desciende hasta niveles mínimos

La Laguna Grande, apta para el baño en condiciones normales, echa de menos hoy la presencia humana. Un gran cinturón de arena y sal la rodea, y las sombrillas, solitarias y en desuso, descansan a decenas de metros de la orilla. Según estimaciones, el agua alcanza 3 metros de altura en algunos puntos, cuando excepcionalmente no inunda terrenos aledaños y sube por encima de los carrizos. Sin embargo, actualmente en el corazón de la laguna, el agua apenas alcanza un nivel de 40 centímetros, una altura que, por otra parte, es aprovechada por las aves zancudas, como flamencos y cigüeñuelas, que caminan entre las aguas en busca de alimento.

El negocio turístico se resiente de la falta de bañistas . Los hosteleros notan la caída del número de clientes. Jose Luis, dueño de un restaurante cercano, apunta que «un 90% de los clientes venían atraídos por el agua. Ahora estamos solos, dependemos de nosotros mismos porque el agua se ha ido». Hubo afluencia de gente en Semana Santa, período que los hosteleros consideran «termómetro» o guía de la temporada estival. Este año «el ambiente apuntaba a que iba a ser bueno», recuerda José Luis, pero la sequía ha dado la vuelta a la situación contra todo pronóstico.

A José Luis y los otros compañeros del sector les queda hacerse valer, mostrar al público la «dedicación, calidad y buena atención» de su equipo, además de difundir las propiedades de la cocina típica manchega, en eventos como la Ruta de la Tapa, que en estos momentos va por su sexta edición. Con unas condiciones climatológicas adversas, ellos apuestan por «tratar bien a la parroquia, dejarla satisfecha para que vuelva. No tenemos otra arma», comenta el restaurador.

Pero el ocio en las lagunas de Villafranca no acaba en el baño. La concejalía de Medio Ambiente y el Aula de la Naturaleza coordinan diferentes actividades con el fin de exhibir la biodiversidad del complejo lagunar . Ambos organismos municipales organizan rutas de senderismo, avistamientos de aves, rutas guiadas, talleres de educación ambiental, en definitiva, propuestas dirigidas a turistas y escolares que el año pasado ya dejaron 2.200 visitas, según datos ofrecidos por el Aula. Desde aquí nos dicen que «para nada está reñido el baño con la conservación». Las lagunas ostentan la denominación de Reserva de la Biosfera, ZEPA, LIC y Refugio de Fauna.

Los vecinos de Villafranca confían en que este ciclo acabe pronto y que las lagunas vuelvan a verse rebosantes de agua, pues no se trata de un «desastre ecológico, no son vertidos de petróleo», afirma Bolaños, quien recuerda que en 1995 las lagunas se secaron, dos años después se recuperaron y llegaron a elevar el agua «hasta el carreterín». En aquellos húmedos años, las playas de las lagunas recordaban «a Benidorm», y sábados y domingos, «como no madrugases por la mañana, no tenías sitio», recuerda el alcalde. El restaurante de José Luis llegó a contabilizar en un domingo 10.000 entradas. Esta tradición bañista se remonta mucho antes, al siglo XVIII, cuando, según las relaciones del cardenal Lorenzana de 1784, durante «los tres meses de junio, julio y agosto concurren muchas gentes de todo el país a tomar baños».

Las lagunas han estado estrechamente ligadas a la economía local y han definido la identidad del pueblo como colectivo humano. Varios vecinos, agrupados en la Asociación de Voluntarios Medioambientales de las Lagunas de Villafranca, en colaboración con el Ayuntamiento, presenta todos los años a la Confederación Hidrográfica del Guadiana un proyecto que aumente la concesión de 42 l/s procedentes del río Cigüela, cuando éste corre a una velocidad de 200 l/s.

José Luis, miembro de dicha asociación, indica en tales proyectos, junto con los demás socios, que el entorno lagunar crea puestos de trabajo, es un sitio de esparcimiento y un hogar o sitio de paso para muchas aves, algunas de ellas reflejadas en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas.

Estos voluntarios también colaboran en el estudio de determinadas aves . Ellos se encargan de colocar una red de captura en el vaso lagunar para llevar las aves a los ornitólogos, que colocan en sus patas una anilla de identidad, a fin de que otros investigadores, cuando concluyen el viaje migratorio, las recojan y verifiquen su llegada. La asociación también hace labores de limpieza y mantenimiento en el interior de las lagunas.

En un lugar de ocio y esparcimiento como las lagunas de Villafranca, el abanico de posibilidades no se cierra únicamente en torno al baño. Siempre hay alguien tomando el sol o paseando por la orilla, tanto en verano como en invierno, evadiéndose de sus quehaceres diarios. Jose Luis afirma que, sea en la estación que sea, podemos contemplar «puestas de sol únicas» y relajarnos y respirar hondo donde «el silencio se escucha, emite sonido, hace ruido y no pierde su encanto».