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ARTES&LETRAS CASTILLA-LA MANCHA

Diario de un jubilado en Nueva York (38): Santo Tomé, un barrio sin fronteras (y II)

«Aún nos queda, a los viejos del lugar, la farmacia, la iglesia, la sombra de la torre, el olor a aceite hirviendo de la churrería..»

Calle de Santo Tomé. Toledo. Años 60

POR HILARIO BARRERO

En junio volvían las golondrinas , los vencejos y las ruidosas tormentas de verano y aparecían en la calle los puestos de sandías y melones. A veces venían titiriteros con una mona y un tambor , o charlatanes vendiendo ungüentos milagrosos, y de ... vez en cuando aparecía, como una tormenta, una mística, que al niño le llenaba de terror, una mujer que se había hecho monja y creado su propia orden, que se arrodillaba, pidiendo perdón por los pecadores delante del Cristo que preside el barrio desde los muros de la iglesia. El viento movía la melena del Cristo , regalo de una vecina devota que prometió cortarse la cabellera si su marido volvía vivo de la guerra, y el niño se imaginaba un milagro.

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