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El Greco y las vanguardias (II)

El Greco y las vanguardias (II)

ÓSCAR gonzález palencia / antonio illán illán

Hacíamos notar, en el artículo anterior de esta misma serie, que el perfil intelectual del Greco y su afirmación personal como artista lo convierten en un representante ejemplar de lo que se ha llamado Manierismo, primera falla, a lo largo de la historia del arte, ... de la correspondencia mimética entre la naturaleza y la obra de creación. Es Max Dvořák en 1921 quien relaciona por primera vez al Greco con el Manierismo desde bases sólidas (antinaturalismo de la forma) y antinaturalismo del color y de la composición. Verdaderamente, la adopción de las grandes obras artísticas como referencia para los nuevos productos artísticos establecía, por vez primera, un código autorreferenciado en que los signos que integraban los códigos de las artes, es decir, las obras, no remitían a la realidad, sino a otros signos, es decir, a otras obras, y ese hecho es auténticamente revolucionario, iconoclasta, vanguardista. Se trataba de sustituir el homogéneo idealismo del arte clásico por «rasgos –en palabras de Arnold Hauser– más sugestivos y subjetivos».

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