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Memoria de los pueblos perdidos bajo el agua

Virginia Mendoza, de Terrinches, ha escrito un libro sobre la España sumergida. «La mayoría veía la inauguración del pantano de turno en el NO-DO y ya está; no lo que había detrás», dice

Virginia Mendoza, en la orilla del río Ebro a su paso por Zaragoza, con la basílica del Pilar al fondo ABC
Juan Antonio Pérez

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Virginia Mendoza (Terrinches, 1987) se ha pasado un montón de tiempo viajando por lugares exóticos como Armenia, Georgia, Hungría o República Dominicana y, sin embargo, escribe sobre personas que se niegan a abandonar su pueblo. Gente que se queda allí donde ha nacido, ha ... crecido, se ha enamorado, se ha casado, ha tenido hijos y se ha hecho vieja, pese a que todos los demás se han ido o los han forzado a irse. Lo hace, dice, para «intentar entender a quienes no tienen la vida que tengo yo». Y añade que los seres humanos tampoco somos tan diferentes. Al contrario, hay «mucho parecido» entre esos pueblos abandonados de la mano de Dios en Cuenca, Guadalajara o Teruel y las aldeas más remotas del Cáucaso.

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