Christian López, récord a récord, peldaño a peldaño, reto a reto

Su vida solo se puede contar peldaño a peldaño, reto a reto, récord a récord. Doctor en Ciencias del Deporte por la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM), se gana el pan como monitor de pádel, entrenador personal y coach motivacional. «Me encanta dar conferencias de inspiración a la gente para ayudarles a conseguir sus metas», explica. También ha publicado un libro, titulado ‘Eres lo que superas’. Durante siete años, compitió en el circuito mundial de towerrunning; esto es, la subida de rascacielos. Hay gente que va a Londres, a Frankfurt o a Róterdam de turismo y hay gente, como este toledano, que iba a sufrir subiendo escaleras. «Cuando ya llevas un número de plantas, entras en un estado agónico. Es realmente batirte a ti mismo», afirma.

Cansado de viajar por Europa, pensó «en hacer algo diferente». La respuesta la encontró en ese Guinness World Records que cada año le traen los Reyes Magos. En noviembre de 2017 consiguió ser protagonista por primera vez al subir 41 veces el torreón suroeste del alcázar de Toledo. En total, 6.765 escalones en una hora . En las bajadas, para coger aire, utilizaba el ascensor. Desde entonces, Christian es «El coloso del alcázar», según el apodo de Manuel Moreno, compañero de ABC.

Aparte del innegable poder atlético, le gusta «descubrir talentos ocultos». Un día, en un cumpleaños, «vi un palo de escoba y me puse a sostenerlo sobre la nariz. Ahí me di cuenta de que podía atacar bastantes récords de equilibrio». Uno de los más impresionantes ha sido el de sujetar una bicicleta con la barbilla. Aguantó nueve minutos y 41 segundos. «Me requirió dos años de práctica, tres días por semana, hasta que al final salió», recuerda. También hace ‘ retrorrunning ’, es decir, corre hacia atrás. Y así, con unas aletas de bucear en los pies, ha recorrido 50 metros más rápido que nadie.

Christian es aficionado a los Playmobil, de los que acumula más de 12.000 en casa, y su historia no estaría completa sin mencionar la diabetes de tipo 1 que le acompaña. «Cuando me la diagnosticaron con 12 años, mi concepción de la vida cambió. Empecé a madurar mucho antes y a tratar de ponerme en el lugar de la otra persona», expone. Eso ayuda a entender por que el pasado 16 de octubre ejerció de escudero de Paco Pérez, un murciano que tiene parálisis cerebral, para que pudiera completar los ocho kilómetros de ‘La Nocturna’ de Toledo. «Fue muy, muy emotivo. Ha sido la carrera más especial», resume. Y no batió ningún récord, que se sepa. Pero lo mereció.