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Tribunales

La niña Naiara tenía el cerebro destrozado y 56 lesiones por todo su cuerpo tras horas de tortura mortal

Los forenses describen las brutales lesiones que presentaba la niña de 8 años asesinada por su tío político en Sabiñánigo

Momento del juicio en el que han declarado los forenses que hicieron la autopsia a Naiara. A la derecha de la imagen, el autor confeso del crimen (de azul), junto a su hermano y a la madre de ambos ABC
Roberto Pérez

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Naiara, la niña de 8 años torturada hasta la muerte por su tío político en Sabiñánigo (Huesca) el 6 de julio de 2017, llegó al hospital con el cerebro destrozado y 56 lesiones por todo su cuerpo , como consecuencia de los brutales tormentos a los que fue sometida por su tío político, Iván Pardo (36 años).

Así lo han relatado este lunes, durante el juicio, los forenses que practicaron la autopsia al cuerpo de la pequeña. La niña fue trasladada en helicóptero hasta Zaragoza, en estado crítico. Los médicos que la atendieron han indicado también ante la Audiencia de Huesca que las lesiones craneales que presentaba la niña eran irreversibles . Murió poco después de llegar al hospital.

Las declaraciones han sido escuchadas por los tres acusados: el autor material y confeso del crimen, Iván Pardo (36 años), tío político de la pequeña; su hermano Carlos Pardo y la madre de ambos, Nieves Pena. Naiara fue torturada mortalmente en la vivienda en la que residía Iván con su madre, piso en el que la niña llevaba viviendo unos días, porque así lo habían decidido la pareja formada por su hermano y la madre biológica de Naiara.

La fiscal del caso pide prisión permanente revisable para Iván Pardo por asesinato, y tres años de prisión para su hermano y su madre, en su caso por delito de violencia psíquica y física habitual en el ámbito familiar.

«Lesiones brutales»

Los forenses que practicaron la autopsia, Eduardo Cantón y María Aránzazu Ortubia, del Instituto de Medicina Legal de Aragón (IMLA), han explicado que el cerebro de Naiara presentaba unas «lesiones brutales». «Destrozado» , han afirmado. Uno de los forenses ha llegado a decir ante el tribunal que una de las fotografías que documentaron la brutalidad de esas lesiones han optado por no mostrarla, porque «es dramática».

Además del traumatismo craneoencefálico por el que murió, la niña presentaba «56 lesiones de todo tipo, por todo su cuerpo, quemaduras, lesiones contusas, térmicas...». «Era tal el conjunto de lesiones que diferenciar una lesión de otra es bastante difícil». La niña sufrió un tormento «brutal», reiteraron los forenses ante el tribunal del jurado que juzga el caso en la Audiencia de Huesca, presidido por el magistrado Santiago Serena.

Los forenses situaron la comisión de esas lesiones entre 24 y 48 horas antes de realizar la autopsia. Pero han indicado que alguna de ellas pudo ser incluso anterior, lo que apuntaría a lo prolongado de las agresiones y tormentos a que fue sometida Naiara en el domicilio de su familia política.

Su cuerpo también presentaba indicios de sofocación, que apuntan a que le taparon la boca y la nariz , bien para que no gritara o para que no respirara, según han explicado también los forenses.

El acusado dijo que la niña se había caído

Aunque han indicado que «cuanto antes se hubiese intervenido a la niña, alguna posibilidad más hubiese tenido» para salvar la vida, han insistido en que la lesión cerebral que presentaba «era brutal» y era prácticamente irreversible. En esto mismo también han incidido los médicos que atendieron a la niña en el hospital. Nada más verla se dieron cuentas de que «eran lesiones extremadamente graves, era muy improbable que el cerebro se hubiera recuperado», y pronto comprobaron que la niña iba a morir irremediablemente.

Los médicos también han explicado que, cuando llegó la niña al hospital de Zaragoza, hablaron con Iván Pardo y que les ocultó el crimen que luego acabaría confesando ante las fuerzas de seguridad. A los médicos, en ese momento, les dijo que la niña se había caído de cabeza por «cuatro o cinco escaleras». Pero los facultativos de inmediato se dieron cuenta de que el estado que presentaba la pequeña no casaba, en absoluto, con una caída accidental como la descrita por Iván Pardo.

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