día de andalucía

Fernando Valverde: el poeta en Virginia que añora más Andalucía que España

#28F

El granadino Fernando Valverde entiende que la comunidad se ha modernizado de manera importante pero también ha repetido «vicios que parecen insalvables»

Critica el «servilismo como mecánica institucional» y apuesta por «poner a salvo el duende en lugar de llenar de pantallas las escuelas»

Fernando Valverde, en Virginia (Estados Unidos), donde vive y trabaja Christina anton

«Nací en Granada en 1980 pero pronto conocí el mar y me sentí del Mediterráneo, al fin y al cabo, todos somos griegos. Quise ser periodista, pero la poesía y la admiración por Luis García Montero me convirtió en filólogo. Fundé el ... Festival de Poesía de Granada en una servilleta del bar La Tertulia. Sentí admiración por muchos autores, pero no me sedujo el fantasma de la vanidad».

Es la carta de presentación de Fernando Valverde y la manda desde Virginia (Estados Unidos), donde reside con su mujer, la periodista Nieves García Prados, con la que se casó «en una lengua extraña», y con el hijo de ambos, Percy Gordon. «Ella me ha levantado muchas veces del fango, él es lo mejor que he hecho nunca, todo lo demás fueron cosas insignificantes».

Él sabrá por qué dice lo de insignificantes, pero es sin duda uno de los referentes poéticos no sólo de Andalucía sino de España, un país del que ya no es ciudadano. Desde 2024 tiene la nacionalidad estadounidense. «Uno acaba siendo de donde son sus hijos», dice, y sobre su condición de andaluz, que no ha perdido, agrega: «Se puede cambiar de patria, pero no de matria. Jamás habría pensado que me sentiría más andaluz que español o granadino».

No habla de España con rencor y de hecho afirma que al irse tuvo siempre «la esperanza» de volver. Pero después de visitar sesenta países, casi siempre por motivos de trabajo, concluye, seguramente con tristeza, que «en casi todos me han tratado mejor que en el mío».

Su experiencia en los Grammy

Confiesa que quiso ser profesor en su tierra natal, pero vio «cómo contrataban una y otra vez a personas que tenían algún padrino». En Granada tiene amigos, «pero no tantos como yo creía». Recuerda en especial a uno, al cantaor Juan Pinilla, con quien estuvo nominado a los Grammy Latinos. «Carlos Vives estaba convencido de que yo era el cantaor y Juan el poeta. Sólo la segunda parte es cierta».

Ese Grammy no lo ganó, aunque sí ha obtenido otros premios a lo largo de su trayectoria. Dice, en cambio, que el que más le ha gustado fue el que le dio Raúl Zurita, en forma de elogio. «´Él escribió que alguno de mis poemas está condenado a la inmortalidad».

Se acuerda de la Expo de 1992, «un momento de gran entusiasmo y esperanza», aunque también, esto mejor porque ya era más mayor, la crisis que siguió a la burbuja inmobiliaria y que «destrozó las oportunidades de mi generación». Una crisis a la que no fue ajena Andalucía.

«Ha dado pasos importantes para su modernización, pero también ha repetido vicios que parecen insalvables. El servilismo ha sido y sigue siendo la mecánica insitucional. Han mejorado muchas cosas, eso es innegable, pero me preocupa que el progreso se entienda como la homologación tecnológica. Habría que poner a salvo el duende andaluz en lugar de llenar de pantallas las escuelas», sentencia.

Asegura que le gusta dar clases en la que «de vez en cuando es elegida la universidad pública número uno de Estados Unidos», pero tampoco lo elogia todo de su nuevo país, una «tierra de grandes silencios» que contrasta con «la mirada al mar, el dramatismo de la sierra entrando en el Mediterráneo y cómo el paisaje parece haber desarrollado un carácter dramático» en Andalucía.

«Los poetas son los legisladores de un mundo simbólico»

No cree que aquí haga falta «competir con nadie» por ser una de las comunidades más pujantes porque ya es «la región vertebradora de España», puesto que Andalucía es sitio de poetas y ellos «son los legisladores de un mundo simbólico». Su progreso, apunta, está en su pasado, en su «intuición mágica, en su saber de la tierra», y por eso no hay que «desperdiciar recursos buscando un objetivo absurdo», como cuando Granada «creyeron ser que podían ser el Silicon Valley de España o de Europa».

Andalucía, por el contrario, debe ser «el centro cultural de Europa» y para ello habría que «potenciar sus universidades, sus escuelas de arte, sus conservatorios y museos, sus librerías, sus industrias culturales… Eso es lo que Andalucía tiene para darle al mundo: la verdadera lucha es con el duende», insiste.

No ve «inconveniente» en celebrar el Día de Andalucía. «Yo celebro que soy andaluz cada vez que me hablan de Lorca o de Picasso al otro lado del Atlántico. He descubierto que me siento mucho más andaluz que español», reitera, aunque deja claro que sus raíces «no coinciden con ningún país». Porque es griego, como dijo al principio, pero «tal vez haya en mí algo de musulmán o de gitano; de fenicio sin duda».

Por último, cuando se le pregunta cómo ve su oficio en la tierra que ha dejado, el panorama narrativo y poético andaluz, sale en una encendida defensa, de nuevo, de su paisano y mentor Luis García Montero. «Si sobrevive a la envidia, tal vez lo reciban en Estocolmo», el lugar donde se entregan los Nobel. «Hay mucho talento en Andalucía, hay una inclinación natural al arte como tal vez no exista en ningún otro lugar. Eso es lo que hay que estudiar y preservar», finaliza.

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