Malestar diplomático por la designación de embajadores políticos

Un caso que se suma en los dos últimos años a otros como el ex alcalde de Lérida Ángel Ros (embajador en Andorra), el miembro de la Ejecutiva socialista Andrés Perelló (embajador ante la Unesco) o el diputado socialista Manuel Escudero (embajador ante la OCDE, con legación en París).«Aunque nunca es deseable, podemos entender que uno o dos embajadores en legaciones de importancia sea personas de la máxima confianza del presidente pero de ningún modo las Embajadas de determinadas instituciones (Unesco, OCDE, OEA...) pueden convertirse en una salida honrosa o retiro dorado para personas de confianza del partido, sea PSOE, PP o el que sea», se refiere la misma fuente.

Otros nombres ilustres en el listado de embajadores políticos en los últimos años fueron Federico Trillo (Londres), José Ignacio Wert (OCDE) o Pedro Morenés (EE.UU.), por parte del PP; y Raúl Morodo (Unesco, Portugal y Venezuela), Luis Planas (Marruecos y ante la UE), Cristina Narbona (OCDE), Joan Clos (Turquía).«Transmite un mensaje de que cualquier vale para ser diplomático y embajador, además de desprestigiar la propia Carrera Diplomática», expresa otro embajador.

Hay que recordar que la designación del «embajador político» vivió un auténtico «boom» con la primera legislatura de José Luis Rodríguez Zapatero (2004-2008). Hasta entonces, con Felipe González y José María Aznar , el recurso del embajador político era una excepción. El primero, en sus catorce años de Gobierno socialista tuvo a cinco embajadores políticos: Joan Raventós en París; Julián Santamaría , en Washington; Jorge de Esteban , en Roma; Eduardo Foncillas en Berlín; o Emilio Menéndez del Valle en Amman y Roma. El primer presidente del PP solo contó con Elena Pisonero en la OCDE como embajadora política.

Zapatero impulsó la designación de los citados Morodo, Planas o Narbona, a los que hay que sumar Fernando Ballesteros en la OCDE (París); a Germán Bejarano en Malasia; a Rafael Estrella , en Argentina; a Francisco Vázquez en la Santa Sede; a María Jesús San Segundo en la Unesco (París); y a Miguel Ángel Cortizo en Paraguay.

Dentro del cuerpo diplomático existe la sospecha de que Sánchez pueda abusar de esta figura en próximas designaciones por venir. «Volvería al mal precedente de Zapatero», insisten. Con Mariano Rajoy esta figura fue utilizada para la designación de Trillo, Wert y Morenés.

Otro caso distinto fue la designación del José Manuel Albares como embajador en París ya que éste sí tiene la Carrera Diplomática. Secretario general de Asuntos Internacionales, UE, G20 y Seguridad Global en La Moncloa con Sánchez ha sido promovido para una de las mejores plazas dentro de la carrera diplomática. Por su parte, Jorge Moraga s (PP), que también cuenta con la Carrera Diplomática, fue designado por Rajoy como representante permanente ante la ONU y por Sánchez como embajador en Filipinas.