Joven y en un juzgado pequeño
POR N. C.
MADRID. Por primera vez en la historia, los jueces podrían ir a la huelga con el fin de reclamar al Gobierno más medios, materiales y personales, que les permitan mejorar las condiciones de su trabajo y prestar así al ciudadano un servicio ... más eficaz. Pero, ¿cuál es el perfil del juez más partidario de celebrar una (o más) jornadas de paro?
Fuentes judiciales coinciden al dibujar el «retrato robot»: los más combativos son los jóvenes, aquéllos que llevan un máximo de diez años en ejercicio y que, además, trabajan en los destinos más desagradecidos, casi siempre juzgados unipersonales y en poblaciones pequeñas.
Se puede decir que estos jueces -aunque no sólo ellos- son los que más sufren las carencias de la Administración de Justicia y que son los más olvidados dentro de un colectivo que, en su inmensa mayoría, se siente abandonado desde hace décadas por los sucesivos gobiernos.
La edad y la antigüedad del juez «huelguista» suben cuando nos desplazamos a la gran ciudad. En capitales como Madrid o Barcelona, los titulares de los juzgados unipersonales son jueces más experimentados y no por ello dejan de ser partidarios de expresar el hartazgo de la carrera a través de la huelga, derecho constitucional que defienden tener como cualquier otro ciudadano.
Una de las denuncias de los jueces, por poner un ejemplo, se refiere a las vetustas herramientas con las que desempeñan su trabajo. Es el caso de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, que rige el desarrollo del proceso penal y que data del siglo XIX.
Otras reflejan las lamentables circunstancias, impropias de un país como España, en las que se ven obligados a desarrollar su función. Las fuentes citadas relatan las quejas que algunos de estos jueces han expuesto recientemente en el correo electrónico corporativo. Al margen de las referidas a la carga de trabajo, situación que viven de forma generalizada, destacan la de un juez de la localidad pontevedresa de Cangas.
El complot de las cerraduras
El episodio es surrealista: cuenta este juez a sus compañeros cómo cada dos por tres fallan las cerraduras de diversas dependencias de su juzgado, que, paradójicamente, se ubica en una sede inaugurada hace tres años. La última vez que se quedó encerrado fue en la sala utilizada para tomar declaración y estaba en compañía de una funcionaria, un abogado y el imputado. Fue este último quien consiguió desbloquear la cerradura ante el asombro de las funcionarias que, desde el otro lado, intentaban una y otra vez, sin éxito, abrir la puerta con la llave.
En otra ocasión, los que se quedaron atrapados en una dependencia fueron los guardias civiles encargados de la custodia del detenido. El presunto delincuente no llegó a cruzar la puerta, así que permaneció un buen rato sin vigilancia aunque, afortunadamente, no aprovechó la ocasión para poner tierra de por medio.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete