«Diplomacia popular» en el Sahara
Pese a la amenaza terrorista, un grupo de españoles trata de salvar los vínculos tejidos durante décadas con los refugiados
LUIS DE VEGA
Meriem, una de las refugiadas saharauis más ancianas, se aferra agradecida a la mano de Maite Isla, presidenta de la Asociación Gallega de Amigos del Sahara. Junto a ellas está Glana Salec Omar, nieta de Meriem y primera mujer juez de los campamentos, ... y una bisnieta que habla un español casi perfecto gracias a los veranos pasados en Galicia con el programa de Vacaciones en Paz .
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El encuentro es breve pero intenso. Se besan, ríen, se acarician y los ojos les brillan de emoción mientras se cuentan apresuradas las novedades de su devenir cotidiano. Los años han trabado este tipo de relaciones entre españoles y saharauis a pesar de que viven a más de dos mil kilómetros los unos de los otros.
Los españoles han sido recibidos como héroes en los campamentos de refugiados
Pero la escolta que acompaña a Isla presiona porque no hay tiempo y la amenaza terrorista impide que los extranjeros se muevan solos por la zona ante el riesgo de que haya más secuestros como el de dos españoles y una italiana el pasado 22 de octubre.
«Los terroristas quieren repetir los secuestros pero no pueden por las medidas desplegadas por el Frente Polisario », reconoce el primer ministro saharaui, Abdelkader Taleb Omar , ante los miembros de la delegación a la que bautiza como «diplomacia popular» por oponerse a la oficial del Ministerio de Exteriores español .
De hecho los españoles han sido recibidos como héroes en los campamentos de refugiados. Allí viven decenas de miles de personas, unas 150.000 según el Polisario , que esperan una solución al conflicto que les enfrenta a Marruecos desde hace casi cuatro décadas.
Miedo a nuevos secuestros
La presidenta de la asociación gallega es uno de los integrantes de la delegación que esta semana ha visitado a los refugiados saharauis a pesar de las advertencias del peligro de secuestro anunciadas por el Gobierno español. Tanto ella como el resto de miembros de la expedición, de casi todas las comunidades autónomas, no se creen esa amenaza .
Sobre el terreno se percibe sin embargo el miedo a nuevos secuestros. Nunca antes de esa fecha una escolta armada hubiera acompañado a Maite Isla con tanto celo ni ella se hubiera despedido de «su» familia saharaui de forma tan atropellada, algo que casa muy mal con las costumbres locales.
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