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Cuestión de libertad

La resolución por la que la Justicia catalana ha decidido desafiar al Supremo y negar al castellano la condición de lengua vehicular en la educación, no hace sino mantener abiertas muchas de las heridas que el nacionalismo rechaza suturar

manuel marín

Lejos de zanjar en favor de la libertad una polémica que dura ya quince años, la resolución por la que el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña ha decidido desafiar al Tribunal Supremo y negar al castellano la condición de lengua vehicular en ... la educación en los colegios catalanes, no hace sino mantener abiertas muchas de las heridas que el nacionalismo se niega reiteradamente a suturar. En un aparente juego de equilibrios entre el mandato expreso del Tribunal Supremo para que el castellano sea, en efecto, lengua vehicular, y la presión nacionalista para mantener la inmersión lingüística a toda costa, el TSJC se ha sacudido la cuestión de encima con un enorme grado de cinismo jurídico. Primero porque no concilia realmente los intereses de las familias de los alumnos, tal y como estableció el alto Tribunal en 2010; segundo, porque avala las tesis y sosiega los ánimos de un poder político que sigue imponiendo la cuestión identitaria como eje de su doctrina social; y tercero, porque no tiene competencia jurídica alguna para "reinterpretar" a gusto de la Generalitat la doctrina asentada por un Tribunal jerárquicamente superior a él.

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